En el día de ayer la patronal empresarial CEOE saltó a la palestra con una nueva propuesta, la de sugerir al gobierno de la nación la posibilidad de convertir de manera automática contratos a jornada completa en parciales. Y bien, aunque no la han marcado como 'prioritaria', se pueden obtener muchas reflexiones al respecto.
Aunque es cierto que no todo son luces ni sombras, analicemos sus principales ventajas e inconvenientes:
A. Bondades transformar un contrato a jornada completa en parcial
De aprobarse la propuesta se proporcionaría mucha más flexibilidad a las empresas a la hora de gestionar sus recursos humanos, de tal modo que podrían amortiguar mucho más la estacionalidad que afecta a muchos negocios, al tiempo que les procura una mayor capacidad de adaptación a circunstancias cambiantes en la producción y/o la demanda
En la amplia mayoría de las empresas existe una relación directa entre ventas y ganancias, de tal modo que un sistema de relaciones laborales como el que se propone sería muy apropiado para las empresas al acompasar los costes laborales con las circunstancias por las que esta pueda atravesar en cada momento
Al poder adaptar la carga de trabajo a las circunstancias de cada momento, las empresas no se verían obligadas a despedir a parte de sus equipos cuando las ventas, resultados y otros indicadores del negocio se resintiesen
Una vez analizadas sus principales bondades, pasemos a ver sus males o desventajas:
B. Desventajas de transformar un contrato a jornada completa en parcial
Los profesionales no podrán contar con cotas de estabilidad adecuadas, impidiendo en muchos casos que puedan trazar planes personales con un horizonte de largo plazo
Para que un profesional pueda trabajar con la tranquilidad, la entereza y el equilibrio que necesita, se hace necesario que el clima laboral garantice un paquete retributivo mínimo, al tiempo que una carga de trabajo equilibrada
De existir esta herramienta de 'flexibilidad', muchas empresas tendrían serias dificultades para encontrar profesionales capaces de comprometerse con proyectos de largo plazo, debido a que en cada momento la empresa podría contar con esta cláusula si sus planes o el propio negocio se llegasen a deteriorar. Aunque bien es cierto, que no es ningún problema que no se pueda salvar mediante un correspondiente contrato con la voluntad de las partes
Si los trabajadores pueden ser objeto de una reducción de salarios con políticas laborales como esta, las economías familiares se resentirán, lo que tendrá un impacto negativo en el consumo privado, la demanda de bienes, de producción de bienes y servicios, redundando nuevamente en un deterioro de nuestro tejido empresarial
En conclusión, aunque es bueno que se trate de pensar en políticas de flexibilidad en una coyuntura de parálisis económica como en la que nos encontramos, hay que valorar cuáles pueden ser sus posibles consecuencias, abordando todos sus pormenores, y analizar cuál sería el efecto neto sobre nuestro tejido productivo.
En este caso creo que las maldades serían mucho mayores que sus bondades, por lo que de instaurarse un sistema acorde a esta propuesta de un modo puro, podríamos ahondarnos más en nuestra particular crisis, siendo pertinente recoger medidas de flexibilidad, pero que no proporcionen un daño tan grande al potencial de nuestra demanda interna, que tanto debemos cuidar para abandonar esta situación.
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