La elección de una entidad financiera es una de las decisiones más importantes que un autónomo o una pequeña empresa ha de realizar, puesto que dicha entidad deberá respaldar sus decisiones de inversión y financiación, delegando en ella gran parte de las variables financieras que afectan directamente a su negocio.
Al margen de que poseer cuentas corrientes y a la vista, plásticos (tarjetas de débito y crédito), papel comercial, avales, leasing y renting, entre otros productos, con distintas entidades es mucho más caro, de tal manera que la opción más interesante si queremos reducir nuestros costes financieros es negociar tarifas adecuadas con una sola entidad.
¿Porqué elegir entonces una única entidad financiera? Pues sencillamente porque al depositar nuestra nuestro activo y pasivo financiero en una sola entidad podremos negociar mejores condiciones globales. Es decir, podremos conseguir una mayor remuneración para los productos de tesorería, y también un menor tipo de interés en nuestros préstamos y líneas de financiación.
Para ilustrar esta conclusión pondré un ejemplo práctico, pensemos por un momento que nuestro negocio posee una punta de tesorería de 80.000 euros, y como trabajamos con cuatro entidades depositamos a plazo 20.000 en cada una de ellas, seguramente la TAE media con la que estas entidades remunerarían nuestro dinero sería mucho menor que la que podríamos negociar con una sola entidad al depositar en ella todo este capital. De tal manera que nos beneficiamos de mejores condiciones a medida que aumenta el volumen por economías de escala.
Bien es cierto, que todo depende de la posición global que presente nuestra empresa para la entidad financiera en cuestión, puesto que todo dependerá del margen ordinario que generemos para la entidad, de nuestra rigurosidad en el pago de las cuotas de los préstamos tomados, y de la propia evolución del negocio, porque no olvidemos que los departamentos de análisis de riesgos de las distintas entidades evalúan nuestros Estados Financieros anualmente y cada vez que se solicita una nueva operación de crédito, y en base a este análisis determinan una calificación crediticia interna que incide directamente en el precio que nos fijan en cada uno de los productos.
Si nos fijamos esta reflexión es totalmente extrapolable a las economías familiares, porque cuando el volumen es pequeño se ha de hacer fuerza con todo lo disponible para conseguir mejores condiciones, reservando el ‘lujo‘ de trabajar con varias entidades solo a las grandes empresas, que son las que poseen el volumen suficiente.
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