Que el sector HORECA es uno de los más dañados por la crisis económica no lo pone en duda nadie. A las restricciones de actividad que sufren se une en muchos casos unos alquileres muy altos, que normalmente les ofrecen un gran aforo o una situación privilegiada para atraer clientes, pero que ahora solo generan gasto. Por eso no sorprende que dos de cada tres concursos de acreedores en el último año corresponde a la hostelería según datos de Dipcom Corporate.
Son un 70% los concursos registrados en el último año. Y no es lo peor, dado que las previsiones para 2021 es el que el número de concurso de acreedores se multiplique por cuatro superando los 20.000 en el escenario más optimista de esta consultora. Los pequeños comercios y bares no tienen capacidad para aguantar mucho más de dos o tres meses. Y la segunda ola ha resultado para muchos de ellos un grave problema financiero.
Los concursos exprés es la opción a la que recurren cuatro de cada cinco empresas que no tienen más remedio que llegar a este punto. Esto no sin antes realizar un análisis de su situación que facilite la reestructuración de la deuda. La flexibilidad de los créditos ICO da un poco más de aire, pero si están en pérdidas durante varios meses es muy complicado aguantar.
El uso del concurso exprés se debe sobre todo a que no necesita tener un administrador concursal, es muy rápido y su coste es menor. Pero es una solución a corto plazo para no perderlo todo, o no salir tan dañados económicamente como para no volver a ponerse en marcha cuando todo haya pasado, a finales de 2021 o 2022.
Este escenario deja también cifras muy preocupantes para el empleo, ya que este sector de hostelería y comercio minorista genera muchos puestos de trabajo. Se estima que pueden perderse por el camino cerca de 400.000 empleos. Y esto es un problema a corto plazo por lo que significa para el consumo interno y la reactivación de la economía, especialmente si no se prolonga en el tiempo.
La cuestión es que seguramente muchos se preguntarán por qué no lo hicieron antes. Ahora en muchos casos la deuda ya está generada y es una carga añadida. Otros preferirán aguantar porque saben que sus negocios son viables si se recupera la normalidad y empezar otro desde cero siempre tiene sus riesgos.