Hablar de dimensión equivale a hablar de tamaño, y en la empresa tenemos distintas áreas que responden a cuestiones de tamaño. Podemos hablar del aspecto tecnológico, comercial, número de empleados, facturación o de la dimensión económico-financiera de la misma.
Fijándonos en esta última, recordaremos que la empresa en definitiva tiene dos estructuras distintas intimamente relacionadas, que son las que debemos adecuar su tamaño para adecuar el punto óptimo de tamaño de estas estructuras para rentabilizar al máximo estas unidades productivas.
Estas masas patrimoniales se correlacionan con nuestra empresa de la siguiente forma:
Estructura económica: Es todo el activo de nuestra empresa, recordando que se conforma por todas las inversiones de la empresa en el más amplio sentido de la palabra. Inversión es comprar una máquina, producir nuestros productos y tener dinero en las cuentas corrientes de la empresa. Su equivalencia con el balance contable corresponde con el activo fijo (activo no corriente) y activo circulante (activo corriente).
Estructura Financiera: Parte destinada a financiar la estructura ecónomica anteriormente descrita. Se conforma por el pasivo de la empresa, incluyendo el neto patrimonial (fondos propios) y todas las obligaciones de la empresa (resto de pasivos).
El objetivo de nuestro análisis va a ser calcular el tamaño óptimo de estas dos masas patrimoniales, para localizar el punto en dónde nuestra inversión empresarial presente el resultado más óptimo. Para realizar todos estos cálculos vamos a necesitar contar con los balances contables de nuestra empresa en el caso de empresas en funcionamiento así como un estudio de las previsiones o presupuestos para futuros ejercicios, aplicable este punto para los emprendedores o nuevos negocios.
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