La película ya tiene sus años, pero sin duda permanecerá en la retina de todos la que la vimos por su ruptura con los tópicos del cine español, y su aire un tanto afrancesado. Repleta de gags, como olvidar la fabrica de obleas, el problema con su principal cliente (la Santa Sede) y las resistencias del personal cualificado ante el cambio generacional de gestor.
Estoy seguro que más de uno se ha encontrado un Crispín en su empresa, un responsable del automático que acoge a las nuevas generaciones con cariño y dispuesto a enseñarles todo lo que sabe. os dejo con otro fragmento acerca de la importancia de este tipo de obreros en el proceso productivo.
En Pymes y Autónomos | Los Ferengis y sus Reglas de Adquisición