Hace unos meses mencioné el programa "El jefe" que emiten en La Sexta. En él se recogen las experiencias de unos gerentes que deciden infiltrarse durante una semana en su empresa. Suelen ser organizaciones muy grandes donde el empleado desconoce el aspecto de su jefe. Las razones suelen ser, comprobar en qué pueden mejorar, cambiar o cuestiones relacionadas con la productividad.
Al final de cada programa lo que vemos es a una persona que se ha bajado de su pedestal recordando lo que es el trabajo duro, y comprendiendo que sin los trabajadores su 'imperio' no existiría. El otro día vi el de una mujer que con una infancia y juventud complicada llegó a jefa empezando desde cero. Este aspecto podía llevar a equívoco. A pensar que tendría empatía con sus empleados sin necesidad de realizar este experimento. Pero tuvo que ponerse detrás de varios mostradores para recordar sus inicios. Ese fallo lo comenten muchos líderes que olvidan lo fundamental, la humildad.
Esta mujer joven que había alcanzado el éxito con su cadena de pastelerías a nivel internacional, necesitaba conocer los entresijos de su empresa. Saber quiénes están detrás. En el inicio del capítulo contemplamos cómo se da importancia al hecho de haber sido hija de padres divorciados, de haber trabajado desde joven y su ambición por mejorar a nivel profesional.
La sorpresa aparece cuando al espiar a los empleados, descubre que ninguno de ellos tiene una vida fácil, al revés. Casos de madres solteras con varios hijos a su cargo, una mujer mayor que tiene la custodia de su nieto y apenas le llega el sueldo y que trabaja duro desde hace tres décadas en una de las fábricas, un hombre argentino que sonríe aunque en doce años no ha logrado ascender en la empresa pero no pierde la esperanza. La implicación de todos en la empresa es altísima a pesar de los obstáculos personales o laborales.
El impacto que muchos superiores sufrirían al conocer a sus empleados sería un sano ejercicio para practicar en todas las empresas.
No sé si otra persona que no se hubiera sentido identificada con el perfil de esos trabajadores, hubiera reaccionado igual. En cada caso esta directiva pudo verse reflejada. Sabía lo que era trabajar duro, contar con menos oportunidades que el resto, menos formación, menos dinero, y también poseer unas ganas tremendas de mejorar, de cambiar su vida y la de su familia.
Ayer hablaba de las emociones, de la importancia de saber gestionarlas, de su ayuda para desenvolverse en el ámbito laboral si se saben gestionar con inteligencia. Pero no sólo se trata de una práctica sana entre la plantilla sino entre toda la jerarquía. En un mundo ideal, tu jefe debería saber algo más de ti, algo que fuera más allá de reconocer una cara que le resulta familiar.
Parte del éxito de una empresa es responsabilidad de sus trabajadores, que con su alta motivación (sea cual sea su puesto) su actitud y predisposición a hacer bien su trabajo, logran que la productividad aumente y el clima laboral mejore. Y todo ello no va en su sueldo. Muchos trabajadores ven en la empresa un lugar donde desarrollarse como profesional, como persona y ese valor debería ser apreciado por quien un día creó un negocio con ilusión y ambición.
En Pymes y Autónomos|"El jefe", un programa de televisión o un ejemplo a seguir,El jefe desde los ojos del empleado Imagen|freizeit