Si recordamos la última crisis que vivió este país, la posterior a los fastos del 92, observaremos como hay cosas que no cambian. Por ejemplo, la absoluta incapacidad del INEM (y hoy de los servicios autonómicos asimilados) a la hora de gestionar lo que se les venía encima. Y la excusa no puede ser la gravedad de la recesión, ya que cuando la economía iba viento en popa, lo cierto es que tampoco acababa de funcionar el supuesto monopolio de intermediación del empleo (aunque eso da para otro posts, quizás en el El Blog Salmón).
Sin embargo, si que se ha experimentado un cambio consistente en la incorporación de nuevas figuras en relación con el mundo laboral. Por ejemplo las agencias de colocación (eso si, por Dios, sin ánimo de lucro) , pero sobre todo la eclosión tras el 92 de un sector que paso de alegal a legalizado, como las Empresas de Trabajo Temporal. Empresas que, entre nosotros, hace tiempo ya que sufrieron una depuración muy fuerte, pero que sin duda volverán a estar al alza en cuanto la economía se recupere. Sin embargo, echo en falta un mayor especialización de las mismas, y especialmente una apuesta por los llamados ejecutivos temporales.
Si recordáis el ciclo de las ETTs que hemos vivido hasta ahora, se centraron en un primer momento en personal sin especializar, de un nivel formativo bajo. Posteriormente, pero sin dejar de ser aquel su vivero principal, apostaron también por profesionales cualificados, por ingenieros, técnicos, etc. Pero son escasas aquellas que apuestan por aplicar dicha temporalidad a puestos ejecutivos, no meramente técnicos, lo que me parece una pena, especialmente para las Pymes.
Hay momentos en la vida de una Pyme donde esta mira al banquillo y no ve a nadie. Pensemos en negociaciones puntuales de alto calado, en el lanzamiento de un nuevo producto en un mercado desconocido, en establecer un proceso de reorganización administrativa de la empresa, en gestionar un ERE, etc. La Pyme no puede permitirse el lujo de tener profesionales infrautilizados a la espera de que surjan estas oportunidades, ni comérselos después si no prospera. En una gran empresa puede, en nuestras empresas no.
La solución pasa por subcontratar estos servicios. Lo más frecuente venía a ser el uso de consultoras, de empresas especializadas, que asumían amplias parcelas de gestión de la firma. Pero cabe otra alternativa para supuestos más concretos, en los que tan solo se necesita un persona y no todo un equipo. Recurrir a una ETT especializada en perfiles directivos, en Interim que le llaman algunos, en interinos de lujo, en definitiva. Hablo de profesionales acostumbrados a trabajar por misiones, por objetivos, que incluso en muchos caso buscan eso y no una relación laboral a largo.
Había quien decía que uno de los principales problemas para su desarrollo en España era, ya no la falta de demanda por desconocimiento del tema., si no la falta de oferta de perfiles suficientemente interesantes. Pues me temo que la crisis va a solucionar por la vía rápida este obstáculo, quedando otro que suele ser eterno, y es la posible falta de implicación de alguien que sabe que tiene fecha de caducidad. En este sentido me temo que es un mal generalizado, ya sean interinos o fijos funcionariales, por lo que solo me cabe desde aquí reconocer la ética del honrado profesional mercenario, que haberlos haylos.
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