El Síndrome de Diógenes en la empresa

El Síndrome de Diógenes en la empresa
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El Síndrome de Diógenes parece de forma relativamente habitual en los medios de comunicación, aunque pocas veces se cita como tal. Gente generalmente mayor, que vive sola, sin relaciones sociales, pero que por lo que destaca es por una tendencia compulsiva a guardar cualquier objeto, generalmente basura, en sus propios domicilios. Se acaban convirtiendo en un problema de salud pública. Seguro que habéis oído hablar de más de un caso.

Desconozco las causas que llevan a este fenómeno. A veces me pregunto si no se trata de un fan de posesión excesivo, de pensar que al desprendernos de algo que es nuestro, algo de nosotros mismos se va con ello. No lo se. Quizás lo tengo más claro en el mundo laboral, empresarial. Y es que, si bien no en grados tan altos, si que podemos encontrarnos en la empresa con personas aquejadas de Síndrome de Diógenes en relación con su trabajo.

Juan Martínez de Salinas, en El Blog de Recursos Humanos, nos habla de estos enfermos en la oficina. Personas con una fuerte tendencia a acumular papeles, documentos, sin ton ni son, en un completo desbarajuste. La premisa: puedo necesitarlo algún día. Dicho mal se ha trasladado en era digital a los documentos informáticos. Y, como acertadamente señala, generalmente lo que acaba ocurriendo es que, entre tanto desorden, no se encuentra finalmente un documento importante, que perdemos un tiempo valiosísimo buscándolo, y que damos una imagen triste.

Se de lo que habla ya que yo he sentido el mal más de una vez. Me apasiona la información, y tengo propensión a guardar de más. Y por mucho orden que impongas, suele ser inmanejable. De todos modos, creo que este mal del guardar por si acaso, no se limita a un tema de oficina. Va mucho más allá, y afecta a multitud de áreas de la empresa.

  • En los almacenes se suelen acumular cacharros, existencias inútiles, que quizás un día necesitemos. Si somos sinceros con nosotros mismos sabemos que difícilmente ocurrirá eso. Y si pasase, habría que ver si el coste de conseguir de nuevo ese elemento no es inferior al mantenimiento del baúl de la Piquer en nuestras instalaciones.
  • En materia de clientes pasa otro tanto. ¿Qué ocurre con esos clientes absolutamente residuales, que sabemos que no lo volverán a ser realmente? Habría que que cuestionarse el gasto en acciones de marketing a dichas personas por el mero hecho de figurar en la base de datos, medir muy mucho la rentabilidad mínima que se les debe extraer, los costes de respetar la LOPD, etc.
  • También ocurre con los proveedores. Pongo el ejemplo de los Bancos. A lo largo de la vida de un pyme, suele ocurrir que se va dejando un reguero de cuentas bancaria abiertas, con escasos movimientos. Nos dificulta una visión rápida de la posición financiera, dispara costes, incrementa riesgos, etc.

Para luchar contra dicho mal, lo primero, como siempre, es tomar conciencia de qué existe y de que es peligroso. Y si tenemos esto claro, la siguiente fase sería de fijarse objetivos, políticas, procesos, que tiendan a un correcto minimalismo. Hay que desprenderse de lo accesorio, que suena a la vez budista y moderno. Menos es más.

Vía | El Blog de RRHH
Imagen | Sergis blog

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