Ser empresario supone estar dispuesto a trabajar 24 horas al día y 7 días a la semana. No me refiero al trabajo presencial sino al hecho de que uno lleva consigo los problemas, las preocupaciones, las dudas o las decisiones en todo momento. Evidentemente es necesario trazar una linea que separe el trabajo de la vida privada, pero hay otro tipo de actividades que forman parte de la otra vida del empresario.
El empresario es, sobre todo en las pymes, una parte importante de la imagen de la empresa y una manera de que el negocio tenga presencia en muchos ámbitos es que el empresario participe en eventos, presentaciones, etc. Actos sociales donde es importante dejarse ver y representar a la empresa para transmitir cuál es nuestro negocio y relacionarse con otros empresarios que pueden ser futuros clientes, colaboradores, etc.
Otro aspecto muy importante es la formación. Pensamos en tener un buen equipo y en muchas ocasiones facilitamos el reciclaje y la formación de esos colaboradores y trabajadores que pueden estar cubriendo áreas de la empresa donde los nuevos conocimientos o capacitaciones son importantes.
Pero esa tarea también corresponde al empresario. El mundo cambia a una gran velocidad, el mercado se transforma y los negocios deben adaptarse a las nuevas condiciones. El empresario no puede ser ajeno a ésto ni dejar de lado su formación pensando en que basta con tener a un buen equipo que ya está al día.
Está claro que la actividad empresarial consume mucho tiempo y que hay que dejar un espacio a la vida privada, el ocio, el relax. Pero no conviene descuidar estos dos otros aspectos que contribuyen sobremanera a reforzar nuestro papel al frente del negocio.
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