Estamos acostumbrados a la palabra fracaso. De hecho, emprender va de la mano de ésta. Nos debemos preparar para que las cosas no salgan como teníamos planeado. Pero la cuestión que hoy planteo es diferente, ¿qué ocurre si lo conseguimos? ¿Estamos listos para afrontar el éxito?
Tan difícil es digerir que tu idea de negocio, tu proyecto se venga abajo como que las cosas salgan como tenías planeado en el mejor de tus sueños. ¿Sabrás mantenerte en la misma línea? Estar arriba es una gozada pero también una trampa. ¿Y ahora qué? La exigencia se multiplica por cien.
Elizabeth Gilbert nos cuenta su experiencia como escritora. Un oficio desagradecido. Un trabajo que se practica a diario pero que no siempre es reconocido. De hecho en contadas excepciones se puede vivir de unir palabras.
Pero ella consiguió un éxito y tras él un aprendizaje. Si uno triunfa vuelve al punto de partida. A esos días, meses o años cuando gestaba su proyecto y el temor y el vértigo porque saliera bien. La cuestión es, ¿resulta sano vivir con miedo a no gustar, a no estar de nuevo a la altura?
La clave es que te guste lo que haces. Que te guste tanto que no te importe si volverás a gustar o no a ese público. Es decir, no se trata de ser inconscientes sino de tomar aire y empezar de cero, como si el éxito no hubiera tocado a tu puerta. Desprenderse de halagos o críticas y hacer lo que sabemos lo mejor posible.
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