Últimamente es un tema muy de moda entre los departamentos de recursos humanos en las empresas. Buscar la felicidad del empleado en la empresa y en el trabajo. Tanto así que se ha creado la figura del director de felicidad en la empresa, CHO por sus siglas en inglés Chief Happiness Officer. Pero en mi opinión es más complicado, es la trampa de la felicidad en el trabajo.
Porque el entorno laboral no deja de ser un entorno hostil para la mayoría de las personas. Hacemos algo que no nos gusta. Preferiríamos estar en otro lado ocho horas al día. No hay más que preguntar a los trabajadores que harían si les toca la lotería. ¿Alguno seguiría trabajando?
Está claro que hay unos pocos que tienen vocación en su profesión, que trabajan en aquello que les gusta. Y esto siempre significa un mayor compromiso con lo que hacen, más implicación, más horas de trabajo, etc. No importa trabajar más, porque al fin y al cabo hacemos lo que nos gusta.
Y aquí es donde veo la trampa para un empleado que no tiene esa vocación. Creer que lo que nos hace felices es trabajar en una empresa, en lugar de estar con nuestros amigos o familia haciendo lo que realmente nos gusta. Esto no implica que sea algo malo, todo lo contrario. Pero hay que ponderarlo en su justa medida.
Siempre es mucho mejor ir a trabajar en un buen ambiente, estar rodeado de gente amable y que nos ayuda en nuestro día a día, con la que es fácil colaborar y es fácil la comunicación. Nos hace más productivos, nos permite sobrellevar mejor picos de trabajo que tenemos en todas las organizaciones porque sabemos que todos arriman el hombro.
Y las empresas hacen bien en gestionar esta "felicidad" en el entorno de trabajo. Pero sin olvidar otras cuestiones como la conciliación de vida personal y profesional, formación, carrera profesional, etc. Porque el significado de la felicidad no será la misma para todos los trabajadores, incluso no será la misma para una persona a lo largo de su vida.