Con la llegada de la crisis económica y la merma en el volumen de trabajo, muchos profesionales se han visto 'obligados' completar su hoja de servicios para compensar la caída de dicho volumen practicando la multitarea, e incluso ha obligado a otros a reciclarse.
Este es el ejemplo de muchos profesionales de la fontanería, de las instalaciones eléctricas, y de la reparación de joyas y relojes, entre otros. Que no ha tenido más remedio que acaparar otro tipo de tareas para complementar el servicio que proporcionan a sus clientes, y conseguir de este modo mantener sus beneficios.
Al hilo de esta cuestión, quiero exponerles el caso de un vecino de mi pueblo que regenta una relojería. Desde edades muy tempranas aprendió el oficio junto a su padre, y siempre se ha dedicado a la venta y reparación de relojes. Con la llegada de la crisis, son muchos menos los clientes que reparan sus relojes de pulsera, por lo que para mantener su beneficio está desarrollando otras tareas como la reparación de maquinaria de precisión, armas, e incluso paraguas. Cuando me lo contó me quedé bastante sorprendido, pero al tiempo que otros dos relojeros del pueblo han tenido que cerrar su negocio tras muchos años, él se mantiene a flote, y aunque con sus dificultades puede mantener su nivel de vida, que no es poco.
Por tanto, mientras muchos solo aprecian su afán de lucha por sobrevivir a la crisis con una carcajada en su rostro, yo lo encuentro como un ejemplo de querer salvar a su negocio adaptándolo a sus circunstancias, innovando.
Por el momento, está logrando mantenerlo, y además está captando nuevos clientes para cubrir una necesidad que ningún otro profesional cubrió en la localidad, y tal vez, cuando dejemos atrás esta etapa recesiva de la economía, pueda fortalecer su posición. ¿Debe ser este ejemplo considerado por aquéllos profesionales que necesitan mantenerse a flote? Honestamente creo que sí.
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