Una de las diferencias con nuestros vecinos europeos del norte es el concepto de familia. Mientras que en países como Suecia la familia incluye a papá, mamá y sus retoños, en España engloba a personas tan lejanas como el primo segundo de la tía Tula.
Con familias más amplias, es lógico que los apoyos familiares a los empresarios en dificultades sea mayor, compensando así los menores apoyos por parte de las administraciones. De hecho, en estos tiempos de crédito escaso, muchos recurren a la familia para obtener esos miles de euros con los que seguir operando.
Lo primero a evitar en los préstamos familiares es la chapuza. Aunque hay de todo, muchos familiares acuerdan algo similar a "yo te presto 30.000 € y tú me los vas devolviendo según puedas". Error. Este tipo de tratos solo sirven para generar problemas si las cosas van mal, tanto para el que presta como el que recibe.
En España no existe una regulación sobre los préstamos entre particulares. Las condiciones se regulan mediante un contrato privado, donde deben incluirse las partes implicadas, la cantidad que se presta, las cuotas mensuales, el plazo de devolución, el interés (si cobramos alguno), cláusulas que regulen los casos de impago y carencia, el fuero a que se acogen las partes en caso de desacuerdo y cualquier otro aspecto que deseemos regular. Aunque no es obligatorio, resulta recomendable acudir a un notario para que quede registro público del acuerdo. Del mismo modo, los préstamos entre particulares plantean una serie de aspectos tributarios (para los cuales os recomiendo la lectura de este post).
Otra cuestión muy importante es que el prestatario tiene que saber muy bien dónde se mete. Si vamos a prestar nuestro dinero, no es una mala idea echar antes un vistazo a las cuentas de la empresa de nuestro familiar, pasar unas horas en el local de trabajo y ver la operativa, etc. Todo esto nos servirá para saber si la empresa sufre por falta de crédito o por una mala gestión.
Otro problema habitual es creer que la concesión del préstamo nos da derecho a opinar sobre la gestión de la empresa. Mientras nuestro familiar pague sus cuotas en los plazos acordados, será su exclusiva responsabilidad y derecho llevar su negocio como mejor estime. No podemos aprovechar la circunstancia del crédito para dedicar las reuniones de los domingos a instruir al familiar en cómo harías tú las cosas, por qué ha puesto en marcha tal medida, etc. Este tipo de reproches suelen terminar con fuertes discusiones, un deterioro del clima familiar y con la abuela en el hospital por el disgusto.
Imagen | Aidan Jones En Pymes y Autónomos | ¿Seguro que quieres trabajar con la familia?, Las empresas familiares y todos sus fallos de diseño