Cuando una persona se decide a crear una empresa suele hacerlo con el fin de explotar un negocio para lograr ciertos objetivos. Hay gente que crea empresas como forma de autoempleo, sin más ambición que vivir de su inversión económica, su decidación y su capacidad para que el negocio funcione. Otro grupo de personas puede crear empresas con el objeto de hacerlas atractivas, lograr una buena posición en el mercado y, ante una oferta atractiva, deshacerse de ellas logrando una buena plusvalía. Por último hay otros que crean empresas para establecer una organización que evolucione, que crezca, que genere empleo…
El tipo de empresa, la politica que se vaya a seguir, sus objetivos, su estructura, todo ello es decisión personal del o de las personas que se deciden y se arriesgan a empezar y mantener un negocio. Porque antes o después estas personas habrán de arriesgar su patrimonio en el empeño, porque habrán de asumir responsabilidades profesiones, laborales y personales y porque serán los que deberán de arrastrar lasw consecuencias de un hipotético fracaso.
Por supuesto en el día a día de un negocio intervienen muchos factores, unos externos y otros internos. La relación con los trabajadores, con los clientes, con los proveedores, con las Intituciones y Administraciones Públicas e, incluso, con los competidores y la sociedad en general. También es tarea del empresario gestionar estas relaciones y acomodar sus objetivos, sus estrategias, sus políticas a todos los componentes de su entorno.
Veámos un ejemplo, Andrés se quedó en el paro después de 10 años trabajando para una empresa y decidió montar un negocio. Con la indemnización y la capitalización del paro juntó un capital y convenció a su amigo Julián, funcionario en activo, para que se asociara con él, a Julián no le resultó difícil conseguir un crédito para aportar su parte del capital. Andrés trabajaría en la empresa y Julián seguiría con su tarea en la Administración y cobraría su parte en los beneficios anuales, contrataron a un trabajador para que ayudara a Andrés y empezaron a funcionar.
Al cabo de un par de años, las cosas iban muy bien, ya tenían dos empleados más y a final de año ya tenían beneficios, pequeños y que no compensaban ni de lejos la inversión realizada pero beneficios al fin y al cabo. Pero llegó la crisis, las ventas bajaron y además algunos de los clientes empezaron a no poder pagar con lo que, a pesar de que el negocio todavía funcionaba medianamente, tuvieron que negociar un crédito. Les costó muchísimo lograrlo pero al final se lo dieron con unos intereses altísimos y avalado por los dos socios.
La crisis continuó y la situación lejos de mejorar fue a peor. Los clientes morosos aumentaban y llegó el momento de tomar una decisión. En estas condiciones ¿quién ha de tomar esa decisión? ¿de quién es la empresa, de sus socios, de sus empleados, de sus clientes y proveedores?¿quién ha arriesgado y ha de afrontar las consecuencias del momento?
Yo lo tengo claro, para mí la empresa es de quién se la juega con ella y no del entorno. Eso sí, se admiten otras opiniones.
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