El emprendedor es glamuroso mientras el pequeño empresario es un defraudador
No se por qué tengo la sensación de que mientras unos se llevan los méritos, los logros, los titulares, a otros se les persigue como si fueran delincuentes. El emprendedor es glamuroso mientras el pequeño empresario es un defraudador. A lo mejor estoy equivocado, pero esa es la impresión que muchas veces tengo cuando leo noticias sobre emprendedores, sobre la pequeña empresa, vengan muchas veces de políticos, de organizaciones de empresas o de los propios autónomos.
No paramos de oir, nueva ley emprendedores, contrato para emprendedores. A cualquier cosa se le pone el apellido de emprendedores, aunque luego la ley o el contrato sea más extenso y de apoyo también a cualquier tipo de pymes. El complejo de la empresa española, de los trabajadores, más propenso a opositar a una plaza de funcionarios que a arriesgarse a llevar a cabo una idea o un proyecto.
¿Son los emprendedores los mimados de las administraciones?
Con el emprendedor parece que todo es "dar cera y pulir cera". Hay que facilitar la formación de empresas, iniciar el camino, crear empleo y levantar grandes empresas de la nada. Y toda esta propaganda, todos estos mimos, luego no se llegan a traducir en puestos de empleo creados.
Es cierto que hay que revertir la tendencia. Esto tiene que hacerse desde la base, desde la propia educación. No se puede dormir un día siendo un país de funcionarios y pretender que se despierten siendo un país de emprendedores. Todo apoyo que se de a los emprendedores es poco. Se tienen que visibilizar ejemplos de éxito para animar a muchos indecisos a dar el paso.
Pero también tiene que haber mucha formación. No se puede conseguir presupuesto, tener una buena idea y luego fracasar por no saber llevarla a cabo. Cometer errores de base porque no se ha contado con el asesoramiento necesario. Esta cuestión es fundamental, como también no ofrecer solo la cara amable del emprendedor. También hay que mostrar que el fracaso es algo mucho más habitual de lo que se quiere reconocer.
Y el pequeño comercio y la pequeña empresa los responsables del fraude
Para las pequeñas que ya llevan años la realidad ha sido otra. Parecía que era culpa suya no tener clientes por culpa de la crisis. Muchas de ellas han tenido que echar el cierre. No han podido aguantar. Incluso muchas que eran rentables, no han conseguido la financiación necesaria para sobrevivir a los impagos.
Y han tenido que seguir pagando el IVA. Y pagando a la Seguridad Social. Si después de todo esto han sobrevivido, cuando comienza la recuperación son las que tienen la sombra de la duda. Ahora lo que se necesita es recaudar más, aumentar los ingresos. Y para ello se busca en la pequeña empresa, que al fin y al cabo en la mayoritaria en el país.
En muchos casos sin que exista una seguridad jurídica para muchas de ellas. O interpretando la ley siempre hacia el lado de la administración. Y aquí muchas empresas buscan un atajo, intentando no declarar muchos de los trabajos o ingresos obtenidos. Y comienza un círculo vicioso que es imposible de romper.
El pequeño comercio muy castigado por la competencia de Internet y la globalización
Ni todas las pequeñas empresas o comercios son defraudadores ni todos los emprendedores tienen ideas geniales que crean miles de puesto de trabajo. Todo hay que ponerlo en su justa medida. Y lo cierto es que hay sectores, como el del pequeño comercio, que tras la crisis sigue sufriendo. Un sector que sufre la competencia como ningún otro.
Y es uno de los que más empleo generan en nuestro país. Y necesitan pasar por una reconversión como ya han pasado sectores como el industrial. Internet y la competencia de los grandes. Pero también de un mercado globalizado, donde tu cliente puede comprarte a ti o en Ali-Express y no le importa esperar 15 días si el precio es bueno.
Pero no es el único. El relevo generacional es otro de los grandes problemas. Y no deja de ser normal. Porque por un lado los sueños de los padres no tienen que ser necesariamente la de los hijos. Y por otro, precisamente son estos últimos los que han visto la cantidad de horas que sus padres han dedicado a un negocio, que luego no se ha traducido en un nivel de ingresos que compensara dicha dedicación.
Y como en muchas ocasiones, solo se acuerdan de ellos en las campañas electorales. Pero a la hora de tomar medidas, de prestar un apoyo que implique una dotación presupuestaria todo son inconvenientes. Y en un país como el nuestro enfocado sobre todo al sector servicios, este sector es fundamental para la economía.
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