Uno de los problemas de la economía moderna es que el trabajo autónomo se ha convertido en una forma de ahorrar costes para muchas empresas que ven en este modelo una oportunidad para flexibilizar sus relaciones laborales con sus empleados. Pero claro, manteniendo un control sobre la organización de los mismos. Y no solo van en bicicleta, también en el sector agrario se dan los falsos autónomos.
O autónomos asalariados que venden o dependen de grandes corporaciones y fondos de inversión están copando el mercado, con lo cual al pequeño productor no le queda otra que plegarse a las condiciones que le imponen para vender su producción. No es una falso autónomo, pero al final se convierte en un asalariado de un fondo de inversión, que al final es el que fija las condiciones de venta para su producto.
Ocurre también en el sector de la ganadería, donde las grandes corporaciones ofrecen un modelo que da al ganadero las crías de animal, piensos y medicamentos necesario a cambio de un pago acordado por el engorde del mismo. Por un lado para el ganadero es bueno porque tiene unos ingresos estables, por otro depende de esta corporación.
El resultado final es que los agricultores y ganaderos quedan sujetos a las condiciones que imponen grandes grupos financieros. Sus márgenes se reducen y no tienen la libertad para buscar otras alternativas para vender y comercializar sus productos.
El relevo generacional es un problema en un sector donde cada vez es más complicado encontrar a jóvenes que se quieran quedar trabajando en un entorno rural y con unas condiciones de trabajo que ya no garantizan una calidad de vida mejor que la que podrían tener trabajando en otros sectores.
Es un problema parecido al que sufren los comercios en las ciudades, pero agravado por un despoblamiento rural donde a pesar de las nuevas tecnologías a muchos cada vez se les hace más difícil encontrar un medio de vida adecuado.
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