En esta década que cerraremos este nuevo año se han dado algunos pasos importantes para mejorar el control fiscal de las empresas. La lucha contra la economía sumergida implica unos mayores ingresos para los Gobiernos y nadie quiere renunciar a ellos. Pero son solo los primeros pasos, esos que se utilizan para coger a carrerilla y solo atisbar al Gran Hermano fiscal que está por venir.
Es un pronóstico de lo que imagino que podría pasar en los próximos años. Los indicios los marcan la entrada en vigor del SII, que de momento afecta solo a las grandes empresas, pero que no tardará en bajar sus límites para que entren más organizaciones, sobre todo teniendo en cuenta la eficacia a la hora de mejorar la recaudación.
Control de las facturas en tiempo real
Más preocupante es la puesta en marcha del Ticket BAI este mismo 2020 para autónomos y pymes en Euskadi. El control de cada factura que emitan pymes y autónomos por parte de las haciendas forales. Este paso es fundamental, puesto que la mayoría de las empresas de nuestro país se encuadran en esta categoría. Si sale bien, no tardará mucho en ponerse en marcha en otros lugares de España.
Con todas estas herramientas, algo como el régimen de módulos tiene las horas contadas. Este año se han prorrogado los límites, pero los que tributan en esta modalidad pueden hacerse a la idea de que irán bajando dichos límites, tanto este año como en la próxima década. El objetivo será acabar con esta modalidad tributaria.
Todo esto va enfocado en un mismo sentido, un mayor control de las facturas emitidas en tiempo real. Pero claro hay un pequeño inconveniente con los pagos que se realizan en efectivo para los cuales en muchos casos no se emite dicha factura. Y esta cuestión se controla con una mayor bancarización de la economía.
Y pagos a través de medios electrónicos
Algo que ya ha comenzado. Los Gobiernos son los máximos interesados en que todo se pague con tarjeta. Es un rastro de los ingresos que no se produce con el efectivo. Por eso se fomentan los pagos más pequeños desde el móvil, se reduce la cantidad que se puede pagar en efectivo o, ya más a largo plazo, se pretende acabar con el efectivo.
Al final el objetivo es reducir el peso de la economía sumergida en el PIB, pero sobre todo aumentar la recaudación fiscal. Cada vez habrá un mayor control en empresas y autónomos, sin importar el tamaño. Hoy en día las herramientas de análisis ya determinan los indicios de fraude y tras estas alarmas los inspectores de la Agencia Tributaria no tardan el actuar.
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