Vivimos en un mundo hiperconectado, donde la mayor parte de la población dispone de un teléfono móvil inteligente. Nos conectamos a las redes sociales, utilizamos aplicaciones de mensajería, etc. Pero cuando se trata de implantar o hacer algo nuevo en el trabajo que tiene que ver con la tecnología, muchos directamente se dan mus. Existe una cierta resistencia a la adopción de la tecnología en el trabajo, donde el empleado es la primera barrera.
"Yo no se manejar estas cosas", "mis empleados son unos manazas y no saben nada de informática" "Antes se hacía todo con papel y boli..." son algunas de las frases que se suelen escuchar cuando se va a implantar un nuevo programa, una nueva herramienta, etc. Un cambio en la forma de trabajar significa necesariamente que hay que pasar por un mínimo periodo de formación.
Y este es el principal problema de muchos negocios. Esa formación no se imparte correctamente, se hace rápido y corriendo, lo que al final provoca que muchas cuestiones generen dudas. Y en este caso si no tenemos a nadie al lado, es el empleado el que tiene que tomar esta decisión. Si no es acertada y, en lugar de encontrarse con la comprensión de sus jefes, se encuentran con una bronca, es lógico que exista esta resistencia al cambio.
Parte de la responsabilidad también es de la propia empresa. Romper la brecha digital no es tan sencillo como puede parecer, ya que en muchos casos son las propias empresas las que las abren, al no contrastar el perfil tecnológico de las nuevas incorporaciones.
Además hay que contar con la rotación de plantillas. Si el personal de nuestra empresa va cambiando, es complicado que la formación inicial no vaya relajándose. De esta manera a la persona que comienza, se le enseña lo que necesita saber para el día a día y poco más.
Si a esto le sumamos que hay algunos trabajadores a los que le viene bien que algo no funcione para no cumplir con su cometido estamos preparando el combinado perfecto para el fracaso de cualquier innovación en la empresa. Y esto al final se acaba pagando caro, ya que suele significar un negocio menos competitivo.
En Pymes y Autónomos | La resistencia al cambio de los empleados hace fracasar la implantación de la tecnología
Imagen | Ryan McGuire