
Aunque esta expresión ya se preste a la mofa o a la Historia de nuestro país, depende de quien la interpreta, no deja de ser una expresión más que necesaria en el ámbito laboral. Y sería de valorar que más jefes, de vez en cuando recordaran que existe. Nadie está a salvo de cometer una equivocación.
A pesar de ello, equivocarse nunca resulta agradable. Y menos en nuestra cultura. Darse cuenta de un error y aceptarlo es un proceso difícil. Pero sea cual sea tu cargo, seguir una serie de pautas te ayudará a ser capaz de aprender de tus fallos.
Admite que te has equivocado
Es la parte más complicada, pero también la más necesaria. Aunque nuestra primera intención sea esconderlo a los compañeros o al superior, no es recomendable.
Si aceptas el error con humildad y te enfrentas a sus consecuencias, será más fácil de superar, sea cual sea el efecto que haya provocado en un proyecto, en un compañero o en resultado final de un trabajo conjunto.
No le des más vueltas al problema, así no se solucionará
Una tendencia natural del ser humano es la de pensar una y otra vez en un error cometido. Como si por flagelarse psicológicamente estuviera pagando por ese traspiés. No sirve absolutamente de nada y además no se aprende.
La mejor actitud es analizar lo que salió mal, de esta manera, podrás evitar equivocarte de nuevo en el futuro. Quitar hierro al asunto y darte permiso para no ser perfecto en todo momento y lugar te ayudará a llevar una existencia más sana.
Un problema es una oportunidad de mejorar en el trabajo
El error es como un peaje que hay que pagar para seguir avanzando. Dicen que cada vez que nos equivocamos, estamos más cerca de nuestro objetivo. Tratar de aprender de la experiencia y seguir adelante es lo sensato.
Para encontrar nuevas ideas, o formas de resolver conflictos o problemas, hay que salirse de la senda de vez en cuando. Y siendo realistas, si toleras tus debilidades lograrás aceptarte a ti mismo y ganarás en humildad y cercanía respecto a tus compañeros o tus trabajadores.
Imagen|Pixabay