Ya no podemos vivir sin ella. Es increíble como una herramienta de trabajo puede cambiar nuestro día a día. Probablemente estemos ante uno de los grandes inventos de finales del siglo XX, cuando la compañía canadiense Research in Motion, tuvo la hábil idea de ir un poco más allá de las agendas electrónicas y teléfonos, y decidió desmarcarse de las dos líneas de negocio instauradas por el mercado, optando por la innovación que suponía conjugar ambas herramientas en una y ofrecer un cliente de correo seguro, todo ello a través de una interfaz sencilla para el usuario, además, claro está, de dejar fuera de juego a las restantes compañías del sector de las telecomunicaciones, que todavía están intentando recuperarse.
Hoy día, mientras cogemos un taxi para ir a ver un cliente o vamos al trabajo en transporte público, podemos revisar nuestro correo, determinar las prioridades de nuestras tareas, confirmar nuestra agenda diaria, navegar por nuestra página web favorita, hacer operaciones bancarias on-line…y un sin fin más de operaciones.
Además su uso se ha democratizado, y hoy por hoy, no sólo la utilizan profesionales independientes, sino que no es extraño ver a trabajadores encargados de realizar reparaciones domiciliarias que acuden a servicios que les han organizado previamente en su oficina, o que a medida que avanza el día se van modificando, y con un simple e-mail, conocen cualquier variación producida en su planificación, sin tener que tener lápiz y papel a mano o perder el tiempo llamando a la oficina.
¿Deberíamos valorar su implantación en nuestra empresa? Indudablemente, en la actualidad, las llamadas por voz siguen siendo más caras que las tarifas planas de e-mail, por lo que escogiendo una buena oferta, podemos comunicarnos con nuestros empleados y clientes de una forma directa, ágil y económica.
Foto: Mark Iafrate