Aquellos de vosotros que visitáis con frecuencia el blog sabéis que prestamos una atención especial al tema de la protección de datos. A través de Error500 llego a un artículo de Javier Maestre para El Mundo, en el que plantean una situación hipotética de una empresa que decide contratar el servicio de Google Apps y los problemas legales a los que se puede enfrentar al tomar esta decisión.
He perdido la cuenta del número de entradas que hemos escrito sobre ayudas, planes de apoyo para la incorporación de las nuevas tecnologías en las pymes, formación y decenas de iniciativas por el estilo, la mayoría de ellas promovidas por las Administraciones Públicas, ésas que tienden la mano a las empresas para luego estrujársela sin piedad legislando a diestro y siniestro de espaldas a la realidad con la que nos toca vivir.
Leyes como la de Protección de Datos y la de Prevención de Riesgos Laborales son dos ejemplos claros de esta situación. Entiendo que el sentido de ambas es proteger al más débil, al que menos capacidad tiene de defenderse, pero cuando esta protección resulta en una montaña insuperable para la otra parte, en este caso las empresas, es que algo no funciona bien, y no lo hace porque una ley compleja o imposible de cumplir no es una buena ley.
No lo es porque lo más probable es que buena parte de los que deben cumplirla no lo hagan, como está sucediendo en la actualidad con los dos ejemplos que he propuesto, con lo que al final de la corrida nos encontramos con que el débil sigue estando indefenso (aunque luego se le indemnice el mal ya está hecho) y las compañías reciben el palo sin saber muy bien desde dónde les ha llegado.
Tampoco es buena cuando la ley actúa como freno al avance y crecimiento de las pymes, circunstancia que nos lleva a encontrarnos con situaciones como la que se refleja en el artículo del periódico El Mundo, en la que contratar un servicio como Google Apps para nuestra empresa, que ya hemos visto que es más económico y funcional que cubrirlo con recursos propios, puede, al menos de acuerdo a su valoración, meternos en un berenjenal de cuidado.
La regulación es necesaria para evitar desmanes y situaciones de desamparo, esto es indiscutible. No soy partidario de dejar vía libre para que cada uno haga lo que le de la gana, todavía no estamos preparados y dudo que alguna vez lo estemos, pero sí considero que antes de imponer condiciones se debe evaluar qué va a suponer el cumplimiento de las mismas.
Hay que razonar, evaluar si es posible hacerlo y el coste que conlleva, e intentar encontrar un equilibrio para que las leyes, además de estupendas, se puedan cumplir. No sé si estaréis de acuerdo conmigo, pero creo que hay mucho margen de mejora y una necesidad urgente de simplificar y agilizar las cosas, la situación actual no es buena para nadie. ¿Cómo lo véis en vuestra empresa?
Foto | nickobec
Vía | Error500
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