Tengo pleno convencimiento que los políticos son el fiel reflejo de la sociedad a la que representan tanto en sus virtudes como en sus defectos. Seguro que mucha gente discrepará con este punto de vista, pero para mí, cada día hay más evidencias que así me lo manifiestan y me lo confirman.
Un gobernante no deja de ser un papel asimilable al de un directivo en una empresa el cual ejerce su labor, el liderazgo y la gestión, basado en dos principios fundamentales, el poder y la autoridad, tal y como fue definida por los romanos en tiempos del Imperio, es decir, potestas y auctoritas.
El primero, el poder, es algo que en nuestro país se entiende muy bien, ya que va implícito al rango que se ocupa en la organización y no plantea ningún tipo de dudas. Sin embargo, la autoridad, el reconocimiento que una persona genera con independencia del puesto que ocupe, presenta multitud de lagunas de comprensión.
Que un directivo o un político, en este caso gobernante, proponga medidas paliativas para intentar resolver una situación de conflicto o de crisis, requiere de mucha autoridad y esa será un atributo que le concederán los empleados, en un caso, y los ciudadanos, en el otro.
Promover recortes basados en Presupuestos que semanalmente se modifican no es buen comienzo para ningún gobierno, pero si además, se añaden comportamientos reprobables y medidas de dudosa justificación hacen que la capacidad de autoridad se deteriore progresivamente.
Un ejemplo de actitud reprobable es la que practican 62 de nuestros diputados y 13 ministros con las dietas (1.823, 86 euros mensuales) a las que tiene derecho por haber sido elegido en una circunscripción diferente a la madrileña, aunque tengan su domicilio en Madrid, como es el caso, y aunque el propio Reglamento de la Cámara les habilite a cobrarlas. Aunque legalmente está permitido, éticamente no es correcto y máxime cuando a todos los grupos sociales se les impone la austeridad y los recortes.
Otros casos puede ser la tan mencionada amnistía fiscal, de difícil justificación y dudoso resultado, o casos tan flagrantes como el indulto a políticos corruptos por parte del Gobierno. Estos pocos ejemplos ilustran la forma de menoscabar la autoridad, y por tanto, el liderazgo y son buenos ejemplos para cualquier empresario o directivo para ilustrar que el liderazgo debe fundamentarse en la ética y la estética.
Imagen | Rauldefez En Pymes y Autónomos | El reto hacia una nueva sociedad civil: la reforma más necesaria, Ejercer el poder con liderazgo