Ayer escuchaba que el Fondo Monetario Internacional insistía al Gobierno a tomar medidas para hacer llegar el crédito a las empresas y recomendaba a las entidades financiaeras a incrementar las provisiones por insolvencia para incrementar su fortaleza financiera.
Hace ya algunos días, leía en prensa que Isidro Fainé (Presidente de CaixaBank) se quejaba de las recomendaciones que hacía el FMI por considerarlas contradictorias, ya que por un lado se incrementa dotar de mayores provisiones y, por otro, incrementar el flujo de crédito.
Mientras tanto la realidad empresarial refleja que, conforme a los últimos datos publicados por el INE se ha reducido en un 10,8% los efectos vencidos, que refleja por un lado la paralización de la economía, y por otro, la negativa de los bancos a descontar papel a autónomos y microempresas, lo que está terminando lentamente con esta forma de pago y cobro tan útil en momentos en los que como este no hay crédito disponible.
Sin ánimo de ser crítico con nuestro financiero, aunque lo pongan muy fácil, es más sencillo especular invirtiendo en deuda pública de España, Portugal, Italia con el dinero que le suministra el Banco Central Europeo que asumir los riesgos que supone invertir y financiar proyectos empresariales.
Si una empresa se hunde, le queda el recurso del concurso de acreedores y su liquidación, mientras si un país cae, queda el rescate por parte del BCE, FMI o quien sea, pero eso sí, con el dinero de todos los cuidadanos. Eso sí que es invertir sobre seguro.
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