Desde el primer momento en el que nos lanzamos a una aventura empresarial nos preparamos para luchar contra las dificultades que nos vamos a encontrar, todo ello con el fin de evitar el fracaso y alcanzar nuestros objetivos. Pero ¿sabemos gestionar el éxito? ¿estamos preparados para que esa situación no se vuelva en nuestra contra y podamos "morir de éxito"?
Hay mucha gente que defiende que no se puede morir de éxito. Entendiendo que el éxito se consigue cuando se logran los objetivos que nos hemos planteado, sí que es difícil pensar que lograr lo que queremos pueda suponer un perjuicio para nuestro negocio, siempre que los intereses de empresa y empresario estén coordinados. Sin embargo hay casos en los que ese éxito sí lleva a situaciones que acaban desencadenando la caida de nuestro negocio.
Es muy posible que si nuestro modelo de negocio es innovador y funciona al cabo de un tiempo surjan competidores o imitadores. Podemos pensar que si hemos llegado primero y conseguido cierta posición en el mercado es porque lo hemos hecho bien y no debemos cambiar nada, sin embargo la competencia nos va a obligar a estar alerta e introducir nuevos elementos en nuestro modelo para conservar esa posición.
No podemos quedarnos estáticos disfrutando de lo que hemos conseguido porque el entorno en el que estamos cambia constantemente. Nuestra definición de objetivos ha de cambiar también y adaptarse a las nuevas situaciones y condiciones de nuestro mercado. No hacerlo nos abocará al fracaso.
En otros casos el éxito nos puede obligar a más. Un modelo que alcanza el éxito puede necesitar crecer para seguir desarrollandose y, a veces, el crecimiento es un proceso traumático. Puede que ese crecimiento implique que los objetivos empresariales y personales, que han ido parejos desde el principio, empiecen a separarse. Hacer nuestra empresa más grande implica que haya que hacer más sacrificios, mas esfuerzos personales, económicos, etc.
Puede ocurrir, entonces, que el emprendedor ya no se identifique con ese negocio, que creó y que el éxito ha transformado en algo distinto a lo que a él le gusta. ¿Qué hacer en ese caso? ¿Continuar a pesar de todo? ¿Dejarlo ahora que la empresa está arriba y dedicarse a otra cosa?
Llegado a este caso el empresario ha de hacer una revisión de sus objetivos personales, es muy peligroso mantener una situación en la que la persona no coincide con el planteamiento de la empresa, desmotivación, falta de compromiso, de dedicación. Ante esto es difícil que el éxito se mantenga, o que el éxito de la empresa no sea el del empresario, y antes o después se produce la fractura.
El éxito ni es fácil ni es eterno, si se logra debemos gestionarlo con la misma habilidad que hemos empleado para lograrlo. No hacerlo puede suponer el principio del fin.
En Pymes y Autónomos | ¿Y si la crisis es por el éxito? Imagen | Velén