Conforme a los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (PDF) que una empresa, de menos de empleados, creada en el 2010 llegue a celebrar el quinto aniversario tiene unas probabilidades del 50,79%.
No hay propósito de concluir el año con un tono pesimista pero sí de conocer cuáles suelen ser las claves para que las empresas presenten esta realidad tan poco halagüeña. Porque lo que es evidente es que si la mitad de las empresas no alcanzan un período de madurez suficiente es porque existen las causas del fracaso se presentan de manera recurrente.
Durante los primeros años de actividad de un negocio es cuando se establecen los primeros vínculos con proveedores, clientes y líneas de financiación. La fortaleza de estos lazos dependerá en buena medida que la empresa adquiera el peso que necesita para ganarse su cuota en el mercado y pueda consolidarse en el mercado.
En este sentido, uno de los mayores problemas en el que incurren las empresas es la fata de adaptación al cambio. Un plan de negocio demasiado rígido, en el sentido de tener unos gastos fijos sobredimensionados, con una deficiente gestión de las responsabilidades que se asumen con los proveedores, o de negociación de los créditos, o incluso con una contratación laboral desproporcionada avocan al fracaso.
Lo anterior no quiere decir que haya que improvisar y que la falta de planificación sea una actitud recomendable. Una buena idea no es garantía de éxito empresarial, para que lo sea es necesario tener capacidad de gestión y describir en el espacio temporal cómo se desea que prospere, es decir, planificarla en el tiempo, pero siendo capaz de adaptarse a los cambios en el contexto de negocio que se puedan producir.
Hay otro factor de gran relevancia y de sobra conocido, nacer con deudas incrementa el riesgo del negocio y diseñar un plan de negocio sobredimensionado obliga a recurrir a la financiación ajena, de manera prematura, contrayendo obligaciones que quizás puedan ser prescindibles.
Por otro lado, y especialmente en los últimos años, han podido nacer negocios basados en bootstraping, y a pesar de estar bien gestinados, las dificultades del mercado en los últimos dos años y la probable insolvencia de sus clientes tuviesen que recurrir a una financiación ajena que resultó ser inaccesible. Esto lleva a contemplar otro aspecto crítico y que las empresas españolas no tienen la costumbre de cuidar y no es otra que la gestión de la tesorería para prevenir retrasos en el cobro de facturas que puedan ocasionar futuros problemas de tesorería.
Vía | Instituto Nacional de Estadística En Pymes y Autónomos | Gestión