En todos los planteamientos actuales de cálculo de costes, se realiza una separación de los mismos en función de su naturaleza, y a partir de estas separaciones, procedemos a calcular el punto de equilibrio y optimizamos los costes que tenemos para maximizar nuestro beneficio. Las separaciones que se realizan normalmente son:
- Costes fijos o de estructura, que son aquellos que se mantienen independientes de las ventas con un importe cuantificable con relativa facilidad.
- Costes variables o de producción, que son todos los relacionados con los productos que manipulamos o vendemos.
Estos cálculos se realizan de maravilla en empresas industrales o en actividades de comercialización de productos unitarios, donde la separación de costes por naturaleza no tiene un excesivo grado de complejidad. Además los criterios de imputación de costes fijos, se suelen aplicar con mayor facilidad en este tipo de empresas, pero ¿cuáles son los costes variables en las empresas de servicios?
Cuando se nos plantea esta cuestión, existen tantas clasificaciones y criterios imputacionales como individuos, y ojo, que todas pueden ser correctas, en función de los criterios utilizados, pero se plantee la solución que se plantee, nunca está totalmete afinada y es victima de revisiones cada dos por tres.
Simplifiquemos la clasificación, o todos los costes los consideramos fijos o todos variables. Prescindamos de ella. Cuando tenemos un servicio entre manos es mejor considerar todos los costes o fijos o variables. Pensemos por ejemplo en empresas de desarrollo de software, consultoría, servicios de limpieza…. A partir del criterio de coste único realizaremos los cálculos de los puntos de equilibrio, necesidades de ventas y aproximación a la fijación de precios, cuestiones que desarrollaré en los siguientes posts.
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