Las más pequeñas son las más castigadas. El primer trimestre de este año se ha cerrado con un incremento del 30% en el número de concursos de acreedores de empresas en nuestro país. Más de 2.600 firmas incurrieron en él, ante la imposibilidad de afrontar sus pagos. Entre ellas, las de menor tamaño (menos de 20 trabajadores y menos de 250.000 euros de volumen de negocio) son mayoría.
La destrucción del tejido empresarial sigue con paso firme, sin que se tomen medidas eficaces para evitarlo. El estancamiento de un consumo interno marcado por el desempleo y la difícil coyuntura de las familias y el cierre del grifo del crédito, con la ausencia total de planteamientos reales para recuperarlo, son los dos factores fundamentales que siguen alimentando una estadística demoledora.
Entre enero y marzo, 2.661 empresas incurrieron en un concurso de acreedores. Las características mayoritarias de estas son:
- Volumen de negocio bajo: casi una de cada cuatro facturaba menos de 250.000 euros al año (Sólo un 10% tenía un volumen de más de 5 millones de euros).
- Tamaño menor: Tres de cada cuatro tenía menos de 20 trabajadores (un total de 1973).
- La construcción: Un 25% estaba inserta en la construcción.
Los datos son elocuentes. Se necesita que fluya el crédito de una vez (aún esperamos que se pongan sobre la mesa medidas no sólo por parte de España, sino en Europa) en un entorno en el que hay escasez y precios mucho más altos que en Europa. En paralelo, se antoja casi imprescindible que haya un estímulo compatible con la austeridad que pare esta hemorragia económica y reduzca un desempleo que sigue empujando a la baja el consumo y la demanda interna en nuestro país.
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