En los últimos diez años, el número de trabajadores autónomos ha crecido en más de 110.000 trabajadores en términos netos, a una media de unos 11.000 autónomos anuales, o 30 autónomos diarios, según un informe de ATA. En concreto, mientras en 2009 el número de autónomos era de 3.157.046, en diciembre de 2019 ha pasado a ser de 3.267.428, un crecimiento del 3,3%.
Sin embargo, se aprecian bastantes diferencias en cuanto a la edad de los trabajadores autónomos. De hecho, lo que más llama la atención es el fortísimo descenso del número de jóvenes autónomos. De hecho, en esta última década, el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) ha perdido un total de 165.970 autónomos de menos de 35 años. En términos porcentuales, esto se traduce en un descenso de un 26%.
Sin embargo, frente a este descenso, se aprecia un crecimiento bastante significativo de los autónomos mayores de 55 años en los diez últimos años. Han aumentado en en casi 200.000 personas, concretamente en 195.470 autónomos en términos netos.
Además, el número de autónomos en jubilación activa, es decir, con más de 65 años y que todavía siguen trabajando, se ha duplicado en la última década, habiendo pasado de los 66.464 en 2009 a los 126.727 en diciembre de 2019.
Con estos datos se destruye en cierto modo el mito del emprendedor joven. El crecimiento del colectivo es debido sobre todo a los autónomos de más edad, con personas de mayor bagaje profesional y que ven en el autoempleo una fórmula para reincorporarse al mercado laboral.
Por esta razón, tanto el mayor crecimiento en los autónomos de más de 55 años como el de aquellos que optan por la jubilación se debe más a una obligación que a verdadera vocación; a la imperiosa necesidad de aumentar su exigua pensión de jubilación o a reincorporarse al mercado laboral porque ya no pueden trabajar por cuenta ajena. Lo que sí preocupa, y mucho, es que haya caído el número de emprendedores jóvenes.