Es a la conclusión que he llegado después de ver en televisión, el último spot publicitario que ha puesto en circulación la AEAT. Parte de la base, de la insolidaridad del defraudador de impuestos, comparándola con la solidaridad del ciudadano que paga sus impuestos y contribuye a la realización del gasto público, a conseguir y disfrutar nuestro ansiado estado de bienestar. La asociación es genial, nuestro pais ha evolucionado por la materialización del gasto público, que los ciudadanos solidarios hemos pagado vía impuestos.
De risa… o para echarse a llorar, estoy en duda. Yo pago mis impuestos, todos los que me corresponden, y con el agravante que no puedo defraudar, que es una opción que tienen otros ciudadanos. Nuestro sistema tributario está diseñado de tal forma que no todo el mundo puede defraudar; sólo un determinado sector de contribuyentes tiene la opción de poder realizar un fraude o no, pero eso no es una cuestión de solidaridad, ni mucho menos.
Pagar impuestos es un imperativo legal, no ético o moral, con lo cual no pagar impuestos es incumplir la ley, y que yo sepa, la solidaridad es una cuestión voluntaria, motivada por nuestros propios principios éticos o morales, no por ninguna ley (al menos hasta hoy). La solidaridad que se reclama viene impuesta por nuestra constitución, en su Art 31.1:
Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.
Apelar a la insolidaridad de los contribuyentes que defraudan, me parece una falta de respeto para los que si pagamos impuestos. ¿Donde se encuentra entonces la justicia de nuestro sistema tributario?. ¿Y el todos? ¿Qué estamos reconociendo que aquí paga quien quiere (aunque muchos estamos convencido de ello) y todos disfrutamos del gasto público?.
Yo no me siento orgulloso de pagar impuestos, ni más solidario. Es más cuando llega la campaña de la renta y veo mi “cuota líquida a pagar”, me dan ganas de llorar, rabia, impotencia… pero no hay más remedio que hacerlo así, por la organización social que tenemos, no por otra cosa, y no me considero ni más solidario ni menos, que otro que se le meta doblada a Hacienda, y no lo pillen.
Y estos conceptos, no se entienden con moral, se entienden con la filosofía que se imponía en las aulas hace medio siglo: “la letra con sangre entra” y que también sabía poner en práctica la DGT. Si queremos concienciar a que los ciudadanos para que no defrauden, realicemos campañas al estilo de Tráfico en sus años buenos. Colocad a contribuyentes que hayan defraudado y hayan terminado en prisión, que hayan pagado el doble de lo defraudado, al estilo DGT, “Cuando Hacienda entró por la puerta, a mí me sucedió tal y tal… y mañana podrías ser tu”, porque para la campaña que han hecho, se lo podían haber gastado contratando algunos inspectores más. Hubiera sido muchísimo más efectiva.
En Pymes y Autónomos | Como defraudamos a Hacienda
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