España es un país con unos desequilibrios económicos enormes. El elevado nivel de desempleo de nuestro país, unido al gran déficit público que a su vez está generando un nivel de deuda pública insostenible parecen problemas ya de por sí graves que sirven como excusa para que más de un organismo internacional nos venga a recetar medidas con las que reducir estos graves problemas estructurales que aquejan a nuestro país.
Y el FMI volvió a hacerlo, aunque de la peor forma posible, asesorando al Gobierno español con más propuestas impopulares y, en algunos casos, equivocadas: reducir salarios y aumentar impuestos, además de proponer el mantenimiento de la reforma laboral y ligar los salarios y la productividad.
Estas propuestas parecen lógicas: reducir el déficit público por el lado de los ingresos (aumentando el IVA) pero, sobre todo, reducir el desempleo bajando el precio de los factores (el sueldo de los empleados). Y las conclusiones, muy simples: si se reduce el sueldo de los trabajadores, las empresas contarán con mayor liquidez para contratar a más personas.
Sin embargo, no podemos considerar que el mercado de trabajo sea un mercado de bienes cualquiera, como si bajando el precio de las patatas los consumidores demandan más producto. Los salarios son rígidos debido a la existencia de convenios colectivos que impiden una reducción de los mismos, como bien nos recuerda Remo en este artículo y, por tanto, las empresas no pueden bajar el sueldo de los trabajadores de forma unilateral.
Tan solo un acuerdo entre los representantes de los trabajadores y la empresa podría permitir al empresario reducir el salario de los trabajadores. Sin embargo, esta circunstancia debería obedecer a una mala situación financiera de la compañía, y no a una situación de desempleo estructural general de la economía. Además, las recetas del FMI afectarían por igual a todas las empresas y sectores con independencia de la productividad de los empleados y de los beneficios de cada compañía.
Es el problema de tomar como base los datos macroeconómicos. España necesita una revisión urgente de su economía a nivel microeconómico, sector por sector y casi empresa por empresa, y las recetas no deben ser iguales para todas ellas, como ha venido proponiendo el FMI en los últimos años.
Imagen | v_hujer