El Euribor se configura como el principal índice de referencia al que se que se encuentran indizados la amplia mayoría de los créditos y préstamos en España fruto de unos cálculos efectuados sobre una cesta de tipos de interés dentro de la zona Euro. Por lo que como se pueden imaginar, cualquier variación que sufra, desencadena unas consecuencias tremendas sobre las de decisiones de ahorro e inversión de todos los agentes económicos, entre los que se encuentran las empresas.
A este respecto se va a proceder la auditoría de su cálculo y a una mayor transparencia por parte de los reguladores del sector bancario europeo, fundamentalmente la ABE (Autoridad Bancaria Europea) y la AEVM (Autoridad europea de valores y mercados), siendo su objetivo el evitar que se produzcan escándalos como el que tuvo lugar en el Reino Unido, cuando algunas entidades financieras manipularon la evolución del LIBOR, perjudicando a una gran cantidad de agentes económicos.
Dada la situación actual, posiblemente las empresas estén soportando una carga financiera superior a las que les correspondería, lo que lleva a una menor rentabilidad de las operaciones de inversión y/o unos mayores costes. Que en una situación como la actual, en la que despuntan pocos sectores con retabilidades atractivas y la escasez de crédito, convierten a este asunto en prioritario.
Lo importante de la cuestión es que no quede en un proyecto de 'buenas prácticas' para limpiar escándalos anteriores e intentar hacernos creer de que su elaboración terminará siendo más justa y equitativa. Y aunque haya llegado tarde, a los trece años de uso de dicho índice de referencia, pueda sentar un precedente para que las operaciones financieras del mañana transmitan más confianza en el tejido empresarial.
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