Hay herederos que en lugar de un terreno, un inmueble, un coche o una cuenta corriente, o de forma complementaria a esta, reciben una empresa o negocio, una herencia un tanto peculiar, máxime si es compartida con otros herederos, volviendo mucho más compleja la decisión que debemos tomar.
En muchos de los casos los herederos no poseen los conocimientos necesarios para dirigirla, lo que hace muy complicado que tomemos las riendas de la misma, puesto que no podemos improvisar porque trabajamos con 'fuego real'. Tal vez en estos casos sea más apropiado contratar especialistas en el sector antes que tomar la decisión extrema de proceder a su venta, de tal modo que ganaremos tiempo para aprender lo necesario como para poder asumir su gestión.
El asunto se complica si nosotros nos somos los únicos herederos, puesto que la decisión al respecto deberá ser colegiada, existiendo un margen de maniobra mucho menor que en el caso anterior, siendo la opción que señalo de 'extrema' la más habitual para este tipo de casos, aunque también existe la posibilidad de que uno de los herederos se haga cargo de la misma previo pago del valor de sus respectivas participaciones al resto de herederos.
En conclusión, recibir un negocio como herencia es un hecho rodeado de complejidad en el que debemos tener muy presentes cuáles son nuestras aptitudes y hasta dónde podemos llegar. Puesto que al margen de las consecuencias patrimoniales que conlleva, debemos sopesar las connotaciones que una decisión aventurada puede desencadenar (futuro de los trabajadores, esfuerzo de años, etcétera), aunque también estas últimas son las que menos pesan a la hora de sopesar la decisión final.
En Pymes y Autónomos | La empresa como herencia Imagen | eric85