Muchas Pymes de este pais, tienen en su plantilla a los hijos, conyuges, parejas o familiares en distinto grado. Y en la mayoría de los casos, provocamos que las relaciones laborales sean incompatibles con las relaciones familiares. Podemos definir dos grandes grupos de relaciones "labo-familiar", por denominarlas de algún modo:
Tengo un familiar que no sirve ni para hacer la O con un canuto, pero lo coloco en el negocio, y él hace lo que le de la gana, a su aire, como si fuera un florero.
Mi familiar, va a ser el empleado al que más le vamos a exigir siempre, por el mero hecho de llevar nuiestro apellido y la empresa en la sangre.
Ambas situaciones tan sumamente extremas, es en lo que acaban degenerando las relaciones profesionales entre familiares. La primera posición es sumamente incómoda, dado que tienes un satélite en tu empresa, que en la mayoría de los casos siquiera es consciente de lo que lleva entre manos, y mucho peor aún si es un hijo o similar. Ninguno de nosotros va a reconocer nunbca que su hijo es un inútll, por más que lo sea.
Como contrapartida, tenemos el caso de un familiar que vale para su trabajo, que se implica con la empresa, y que trabaja al 110%, y nosotros, como familia que es le exigimos justamente el doble que a cualquier otro. No le hacemos nunca un reconocimiento del trabajo bien hecho, pero como contrapartida, cuando comete un error, montamos los prolegómenos de la 3º guerra mundial.
Obviamente,la lógica brilla por su ausencia en esta forma de gestionar nuestro capital humano, y todas estas posiciones tienen una solución muy simple: Trata a tus trabajadores como lo que son; trabajadores, sin diferenciar lazos familiares. Si tu familiar funciona bien en el negocio, dale el mismo trato que a un ajeno y si no funciona, pues también.
Si se consigue aplicar esta filosofía, a la larga se solucionaran muchos problemas implícitos a los tratos discriminatorios en ambos sentidos.
Imagen | Radiografía Cabeza Hommer Simpsons