No es más inteligente el que más sabe sino el que mejor aplica sus conocimientosEsta frase, la he oido infinidad de veces y como tal, creo que para triunfar en la vida, tanto profesional como personalmente, pensar es un punto básico que muchos de nosotros pocas veces hacemos.
Traigo esta tesis a colación a raiz de una anécdota que conocen todos los estudiantes de Química o Física relativa al profesor Rutherford (Nobel de Química) y uno de sus alumnos, Niels Bohr (posterior Nóbel de Física). La anécdota como tal se desarrolló en el transcurso de un examen de física. La pregunta del examen era la siguiente: Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro . A lo cual, sin entrar en la solución estándar al problema, el alumno contestó: Lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio; marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la altura del edificio.
Obviamente, la respuesta era correcta, pero no demostraba tener conocimientos de Física, por lo que el profesor decidió volver a citar al alumno y volviera a contestar la pregunta en seis minutos certificando que sabía física mediante sus respuestas.
Después de cinco minutos, el alumno no había escrito nada y el profesor le preguntó si deseaba marcharse a lo cual le respondió que tenía muchas respuestas al problema; su dificultad era elegir la mejor de todas. En el minuto que quedaba, el alumno contestó lo siguiente:
Coja el barómetro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio,y mida el tiempo de caída con un cronómetro. Después aplique la formula altura = 0,5 por la gravedad y por el tiempo al cuadrado, y así obtenemos la altura del edificio
Con esta respuesta, el alumno consiguió la nota más alta y ya en el pasillo, el profesor le preguntó por el resto de soluciones, en donde el alumno comenzó a disertar: * Coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio. * Coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura. * Si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si consideramos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea, la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de oscilación. * Aunque probablemente, la mejor forma sea coger el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje, y cuando abra, decirle: ‘Señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo’.
Despues de toda la exposición, el profesor le preguntó si conocía la respuesta convencional al problema, a lo que el alumno respondión que si, que la conocía pero que a él lo habían enseñado a pensar.
El día que sepamos pensar, disminuiremos los problemas en nuestros negocios de una manera muy importante. Recordad siempre esta anécdota.
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