La economía de la expectativa

La economía de la expectativa
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Al final, Madrid 2016 no ha podido ser. Y aunque el premio gordo se lo ha llevado Río, lo cierto es que este proyecto, más allá de los tópicos que se repetían ayer en los noticiarios, ha causado una movilización institucional y social muy importante. El lema “Tengo una corazonada”, por encima de la declaración de intenciones, es el símbolo de todas las actividades económicas que se han puesto en marcha en Madrid, con el consiguiente beneficio para las empresas que han cogido tajada.

La posibilidad de que se conceda un gran evento a una ciudad, es decir, La expectativa como estrategia, crea un mercado floreciente para empresas veteranas y de nueva creación. Y si no, paraos a pensar, por un momento, solo en el gasto que se ha realizado en publicidad para Madrid 2016, el beneficio que esto ha supuesto para las empresas del sector y los puestos de trabajo que ha podido generar esta situación.

Hay muchos eventos que permiten crear economías de este tipo: Capital Europea de la Cultura, Juegos de Invierno, Copa América, etc. Y todas responden al mismo esquema: se crea una gran esperanza/mercado y se echa la leña al fuego. Para los cínicos que creen que el apoyo popular al proyecto Madrid 2016 no ha servido a pensar, que piensen por un momento en todas las personas que se reunieron el “Día de la corazonada“. Aproximadamente 400.000 asistentes que, no solo contribuyeron al proyecto, sino también al consumo en la zona (no es disparatado pensar que más de uno, después de la fiesta, se fue a tomar cañas a los bares próximos, a comprar ropa o a otras actividades igualmente interesantes desde el punto de vista económico).

Por otro lado, no debemos olvidar toda la infraestructura que se ha creado en la ciudad, fruto únicamente de la posibilidad de celebrar el evento. Y más allá de consideraciones políticas, lo cierto es que esta actividad ha generado puestos de trabajo, actividades económicas y ha dotado a los madrileños de nuevas infraestructuras, cada una de las cuales también ofrece, a su vez, más posibilidades futuras.

Lo interesante de esta estrategia es que podemos implementarla en la empresa. Aunque, en lugar de los Juegos Olímpicos, podemos fijar como objetivo la obtención de un cliente potente, la mejora de la facturación o cualquier otra cosa que se nos ocurra. En este caso, los beneficios no van a ser económicos, aunque no por ello estos van a ser menos importantes. Si creamos una expectativa a conseguir en nuestra empresa, podemos:

  • Crear o mejorar el trabajo en equipo entre nuestros trabajadores.
  • Revisar nuestros procedimientos de trabajo en aquellos puntos que sean más débiles.
  • Redescubrir nuestras fortalezas y aprender a venderlas mejor.

Al final, si se consigue el gran objetivo, obviamente nuestra empresa saldrá reforzada. Pero lo más importante es que, si no lo consigue, también será una ganadora. Un mejor ambiente de trabajo, estrategias más ágiles y mejores estrategias de marketing pueden ser las mejores medallas para nuestro equipo, aunque este crea que ha sido derrotado.

Imagen | Madrid 2016

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