Ya hemos tratado en otra ocasión la importancia de hacer un buen plan de negocio. No desde el punto de vista de hacer un documento atractivo para el banco o el inversor a los que vamos a solicitar dinero para capitaliza nuestro proyecto, sino para tener una hoja de ruta a la que ceñirnos en el desarrollo de nuestra actividad empresarial.
A la hora de hacer nuestro plan de negocio debemos cubrir cuatro aspectos fundamentales. Tanto si ese plan va destinado a otras personas ajenas a la organización como si lo va a manejar los integrantes de nuestro equipo, debemos contemplar cuatro factores críticos.
Lo primero a considerar es la gente que va a participar en el proyecto. También hemos comentado la importancia de las personas que van a liderar ese proyecto, sus aptitudes profesionales y sus actitudes personales son claves para que el negocio funcione. Otro punto a considerar en este aspecto son las personas que pueden actuar como colaboradores externo, ya que éstos también aportarán valor a la empresa.
Otro aspecto importante es la oportunidad. Dentro de este ámbito debemos fijar todo lo referente a la idea de negocio. El qué se va a hacer y por qué consideramos que eso supone una oportunidad, a quién le va a interesar lo que nosotros vamos a ofrecer y cómo vamos a conseguir que ese supuesto interés de nuestro nicho de mercado se manifieste en el consumo de nuestros productos o servicios.
El tercer aspecto es el contexto. Nuestro negocio va a formar parte de un todo, que constituye el entorno económico y empresarial. Ese entorno establece una serie de normas, tendencias, relaciones comerciales, etc. Son factores externos que varían constantemente y que se deben tener en cuenta en tanto que afectan a nuestros resultados. Hay una parte del entorno que está formado por nuestra competencia, a esa parte debemos prestar una atención particular a la hora de potenciar nuestras fortalezas para incidir en sus debilidades y evitar lo contrario.
Por último, debemos considerar la parte del riesgo y recompensa. Debemos hacer una evaluación de todo lo que puede ir bien o mal y, además, analizar cuál debe ser la respuesta del equipo en estas situaciones. Es importante la gestión del riesgo y tener claro qué factores internos de nuestra empresa o externos, que pueden provenir del entorno, pueden poner en peligro el futuro de la empresa.
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