La inmensa mayoría de los emprendedores optan por crear una Sociedad Limitada para emprender. Muchas de las quejas relacionadas con los costes y trámites para montar un negocio se derivan de escoger esta forma legal y se viene demandando una mayor rapidez y menor coste para la creación de este tipo de sociedades. Sin embargo no siempre es la forma más idonea para empezar, así que yo recomiendo que te pares a pensar si necesitas una S.L. para emprender.
La S.L. ofrece una personalidad jurídica propia, responsabilidad limitada (cuidado con esto, que a veces no es 100% así)y una tributación al tipo fijo del Impuesto de Sociedades, algo que otras figuras jurídicas no tienen. Pero también requiere una serie de trámites para su constitución, mantenimiento y disolución que, en determinados casos, no resultan tan beneficiosos como podríamos pensar a priori.
Imaginemos que un par de emprendedores deciden asociarse para montar un negocio, lo primero que piensan es en montar una S.L. Pero supongamos que el negocio está en una fase muy inicial, a priori no se prevé el endeudamiento porque no se va a buscar crédito y no hay seguridad de generar un volumen de ingresos excesivo hasta que pase un tiempo.
¿Qué pasa si se crea la S.L. y la cosa sale mal? Si pasados meses, o incluso algun año, el negocio no prospera los socios pueden decidir no continuar. Entonces se puede optar por mantener la sociedad pero dejándola sin actividad (lo que nos obliga a presentar el Impuesto de Sociedades y los libros y cuentas anuales en el Registro Mercantil todos los años) o que desaparezca. En este último caso se requiere liquidar la sociedad y disolverla, todo ello mediante escritura notarial y pasando por el Registro Mercantil.
Si eso mismo se hubiera llevado a cabo mediante otra figura jurídica (Sociedad Civil o Comunidad de Bienes, por ejemplo) el coste habría sido mínimo y la tramitación mucho más rápida, no hubiera hecho falta capital social, ni escrituras, ni registros, los trámites contables serían más sencillos y baratos y la disolución mucho más sencilla (siempre teniendo claro que hay que liquidar las deudas).
En muchos casos la S.L. no es la solución más idónea. Se puede empezar por una figura más sencilla y luego, si es necesario, transformarla en una Sociedad Limitada, pero ya porque el negocio lo requiere y no por simple moda, capricho o desconocimiento.
Por desgracia todos los movimientos que se están llevando a cabo no van en el sentido de que la gente conozca diferentes opciones y elija la más adecuada sino de abaratar la que, si las cosas salen mal, es más complicada. Por tanto, salvo algunas excepciones, lo más probable es que sigamos viendo a la mayor parte de los emprendedores lanzándose a crear su S.L. sin saber, realmente, si es lo que le conviene.
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