El blanqueo de capitales pretende incluir en el circuito económico y financiero el dinero obtenido de forma ilícita, de manera que este aparezca como dinero legal y fuera de toda sospecha.
Suele comenzarse con una simulación de que las operaciones que han servido para obtener esos fondos han sido lícitas, para luego integrar esos fondos en la economía para que no se sospeche sobre la manera en que han sido obtenidos. Para ello se pueden distinguir varias fases.
La fase de introducción pretende hacer desaparecer y desligar el origen ilícito de las cantidades obtenidas. Normalmente esas cantidades suelen ser grandes lo que dificulta la labor de los “blanqueadores”, que han de colocar cantidades pequeñas que pasen desapercibidas.
Lo siguiente consiste en la conversión, transformación, encubrimiento o estratificación para dificultar el rastreo del dinero, de manera que se consiga desligar ese dinero de su origen. En esta fase es en la que se produce la adquisicíón de bienes o de inversiones para su posterior venta.
La última fase es la integración para que los capitales queden asentados en el circuito económico, realizando la venta de los bienes adquiridos o las inversiones realizadas en la fase anterior, de manera que éstos se puedan acreditar como legítima propiedad por parte del comprador.
Las entidades obligadas a controlar y detectar el blanqueo de capitales, referidas en el post anterior, han de vigilar todas estas actuaciones para poder cumplir con el mandato que la Ley les asigna.
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