Depende de la profesión que tengamos o tal vez, de la suerte, en nuestra vida laboral podemos tener la ocasión de trabajar para alguien famoso, conocido o popular. Parece que emplear tu esfuerzo tiempo y dinero en ello, porque los jefes famosos también pueden ser tacaños, solo sirva para llenar un espacio de tu currículum porque a la larga, se esfuman como lágrimas bajo la lluvia.
Acabamos de ver a Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook disculpándose ante el Parlamento Europeo por su responsabilidad en la filtración de datos, la injerencia en elecciones y la propagación de noticias falsas prometiendo medidas para atajarlo. ¿Acaso hasta hace dos días no era él un ejemplo a seguir? Joven, famoso, brillante. Se lo zampó el universo, el afán por ganar más o por torpeza.
Trabajar para un jefe estrella, una ilusión o una decepción
Un jefe estrella no es alguien con el ego inflado, es una persona conocida públicamente. Por alguna extraña razón el hecho de que haya salido en televisión o tenga una carrera larga en su sector nos hace creer que será un lujo trabajar a su lado.
¿Es así realmente? Quizás no porque la popularidad no va de la mano de la sabiduría plena y menos de cómo tratar a los empleados. Pensemos que tiene una imagen que cuidar por lo que sus empleados irán rotando como lo hacen las norias en las ferias. Para entendernos, por el interés te quiero...
El jefe conocido sólo tiene un discurso y lo repite como un mantra
El secreto de estos famosos que sí o sí están en todos los eventos es el de repetir siempre el mismo discurso, al igual que los motivadores profesionales. Así que como empleado tal vez aprendas más de un jefe o una jefa anónima pero que sabe lo que es trabajar en el día a día con el cliente. Que sabe que acomodarse no da de comer.
El jefe conocido tiene tres o cuatro ideas brillantes, un largo currículum y amistades. Y ya sabemos, que en ocasiones los Nikola Tesla están en un rincón mientras el señor X de turno se lleva la gloria con más o menos mérito.
Los negocios son los negocios, pero para mí más
Viendo el otro lado de la moneda, trabajar para alguien que posee muchos contactos puede ser la panacea. Tal vez no te quedes con él para siempre pero sí puedas trabajar para uno de esos satélites que le rodean.
El problema viene cuando la admiración, el respeto y esa idea de hacerlo bien de que la perfección rodee cada acto en tu labor, no sólo no sea reconocida sino que casi se convierta en invisible, por una razón sencilla el único que brilla es él, y no tanto porque lo quiera o no, es así.
La conclusión sería que los grandes también meten la pata pero sus errores son, al igual que sus aciertos, como una lluvia de estrellas pero que todo el mundo puede ver y salpica a quienes le rodean.
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