Hay una máxima en esta vida: Siempre habrá alguien mejor que tú. No importa en qué área. En tus manos está el gestionar este hecho. Si nos centramos en el terreno laboral, nos metemos en un suelo resbaladizo, donde es muy fácil tropezar con nuestro propio ego o peor aún: con la envidia.
Los celos profesionales son motivo de mal ambiente laboral, causa de decir adiós en un trabajo, y sobre todo: la prueba de que la inmadurez de algunos profesionales es palpable. Sólo una persona que sienta deseos de ser mejor en su trabajo, reconocerá el trabajo de un compañero o de un empleado. Pero no en modo postureo como una foto de instagram, de corazón.
La competencia es sana, los celos profesionales no
En la etapa escolar, a muchos niños les gusta aproximarse al que dibuja bien, al que inventa los mejores juegos. Los celos y la envidia forma parte de su carácter, pero al menos son más honestos. No disfrazan la competencia y si se enfadan, al cabo de unos minutos son amigos y aquí no ha pasado nada.
Con los años, hay personas que no toleran que alguien sea mejor que ellos en 'su' terreno. Las razones pueden ser diversas. Desde creer que por alguna razón mística ellos se lo merecen más.
Los celos son interpretados como una amenaza
Cuando un trabajador despunta por encima de otro, existen dos posibilidades: que el que brilla siga haciendo su trabajo sin problema y que su compañero intente aprender de él o la realidad: que empiecen a cambiar las miradas. E incluso el trato.
La inmadurez, los celos, el miedo a perder su puesto de manera literal o de cara al jefe, se puede manifestar de muchas maneras: hablar mal, sentir rabia, ira, frustración y poca empatía hacia esa persona que comienza a despuntar.
¿Y si es el jefe el que siente celos de un empleado?
Algunos superiores tienen tendencia a tratar a los empleados como si fueran menos listos de lo que parecen. Les encanta demostrar todo lo que saben, pero ojo, cuidado con brillar más que ellos, eso no lo toleran.
Un buen jefe, un buen líder se rodea de un grupo que sea incluso mejor que él. Al menos, es lo que se lleva diciendo toda la vida. Y si estudiamos casos de éxito en negocios, es lo que se da con frecuencia. El talento ajeno no se ve como una amenaza, se ve como una oportunidad de mejora para el negocio.
Pero si esta situación ideal no se da. Ni con jefes ni con compañeros, lo ideal es huir. Si se puede, obviamente. Y si no es así, intentar que los demás no te vean como un ser arrogante. Ni una amenaza. No se trata de esconder tus capacidades, pero sí de manejar las habilidades personales con gente que no admite que otro destaque.
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