El daño de los bulos, el poder de la mentira

El daño de los bulos, el poder de la mentira
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No hay arma de destrucción masiva más poderosa que el rumor, que la falsa noticia bien difundida o que la mentira convertida en (supuesta) realidad y evidentemente al poder destructivo va unido el arte de saber utilizarlo, y también al arte de saber darle respuesta a todo ello.

Vaya por delante que no defiendo ni tampoco animo a que se tenga que competir o combatir al contrario, al competidor, al enemigo con tretas falsas, argumentos dudosos o difamaciones infundadas, al contrario, cualquier “guerra” debe saber conducirse por los cauces legales, bajo advertencia de las consecuencias legales correspondientes, pero bien merece la pena conocer los daños que nos pueden inflingir y los que potencialmente podríamos inflingir para lograr el antídoto a todo ello.

Normalmente para combatir un mal, para saber combatir un virus hemos de conocerlo para poder destruirlo, y para destruirlo nada mejor que saber los cauces por donde se mueve el rumor, la mentira y la difamación para poder darle justa y eficaz medida. Igual que en la investigación científica (por ejemplo para combatir determinados virus) el antídoto se logra inyectando previamente dichos virus, en el caso de los ataques a nuestra carrera profesional o empresa hemos de saber como se comporta el atacante para combatirle y destruirle o derrotarle.

En el caso de los ataques de índole empresarial por medio del rumor, la falsa noticia o la mentira vendida como verdad normalmente se desarrolla lanzando a la luz publica el mensaje que contiene el daño o que va a inflingir el daño al adversario, y estimulándolo convenientemente y con la ayuda del “boca a boca” lograr el mayor impacto posible por medio de maximizar la difusión y la cada vez mayor distorsión del mensaje original.

¿Y como se combate todo ello?, básicamente con dos estrategias, totalmente opuestas, pero útiles cada una de ellas según sea nuestra realidad, nuestras fuerzas y nuestras capacidades. Una de ellas se basa en el silencio mas absoluto, en dejar que se haga mucho ruido y esperar a que el temporal escampe sin entrar en ningún momento en la lucha y la otra es la completamente opuesta, la de entrar en guerra y dar respuesta, en este caso la premisa básica es contundencia y transparencia en la respuesta.

¿Y cual será la más apropiada en cada momento?, decir que dependerá mucho de la situación, y que solo conociendo cada realidad individual podremos tomar una decisión al respecto, pero por lo general y aunque a priori pudiera parecer que son estrategias no complementarias la estrategia más aconsejable siempre será la de mantenerse uno en silencio (o lanzar zarpazos puntuales), en su sitio y mostrándose seguro, pero a veces esa seguridad se puede interpretar como silencio culpable, es esos casos solo a nosotros nos corresponderá saber si hemos de entrar en guerra.

Yo siempre aconsejo entrar en una guerra solo si sabemos que la vamos a ganar, si tenemos dudas respecto a ello, mejor aguardar en tierra firme y restaurar los daños o ganar por otros medios, puede parecer cobarde o lleno de táctica y es cierto, pero nadie dijo que se debía ser un valiente suicida, simplemente se dijo que se debía ganar.

Estas situaciones que pueden parecer más propias de las empresas de un tamaño considerable y de sus gabinetes de crisis y campañas de comunicación, vemos que están en nuestro día a día, en nuestras pequeñas empresas, comercios y profesionales, cuando por el motivo que sea empieza a correr determinada información o imagen de alguno de ellos, ¿quien no tiene mala imagen de un comercio del barrio donde vive solo porque lo ha escuchado sin incluso haber entrado personalmente alguna vez en ese local?

En Pymes y Autónomos | Transparencia, comunicación y silencio ante los ataques
Imagen | igvir

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