Cuando se habla de gestión empresarial la mayor parte de la gente la identifica con la gestión administrativa, el papeleo del que la mayor parte de los pequeños empresarios quieren huir porque lo ven como un mal necesario del que uno nunca tiene tiempo para ocuparse. Sin embargo la gestión es mucho más, es lo que nos permite controlar y optimizar el rendimiento de todos los elementos que componen la empresa.
La empresa se define como un sistema o conjunto de elementos interrelacionados que, a través de un plan común, persiguen alcanzar unos mismos objetivos. El buen funcionamiento de esos elementos; la correcta interrelación de los mismos; evitar y solucionar los conflictos que puedan surgir entre ellos, o con el exterior, son las principales tareas que conforman la gestión empresarial. Para desempeñar de manera adecuada esas tareas es necesario conocer a fondo cuáles son esos elementos y que papel desempeñan dentro de la compañía y de los procesos del negocio.
Dentro de cualquier empresa podemos distinguir dos tipos de elementos: los factores pasivos y los activos. Los pasivos de la empresa se corresponden a aquellos cuya característica es la escasez o la disposición limitada y que normalmente identificamos como capital. Dentro de esos elementos pasivos se puede incluir el capital financiero (recursos financieros) y el capital técnico, este último comprende las inversiones técnicas, bienes de equipo, materiales, mercancías o la tecnología que posee la empresa.
En cuanto al activo de la empresa, está formado por el capital humano. En principio, los factores activos son menos limitados al poder desarrollarse mejor con una correcta dirección de esos recursos humanos e incluyen a todos aquellos que de una u otra manera forman parte de la empresa (propietarios, directivos, empleados, ...)
Hay un tercer tipo de factor que sirve de complemento a los dos anteriores, la organización. La organización es el conjunto de relaciones de autoridad, de coordinación y de comunicación entre los valores activos y los pasivos de la empresa y es la clave que determina el idoneo aprovechamiento de los recursos para lograr esos objetivos.
Analizar los elementos que componen la empresa, establecer la mejor organización para el correcto aprovechamiento de los recursos y controlar que todos los aspectos funcionen correctamente para alcanzar los objetivos (y corregir las desviaciones) es la gestión interna de cualquier empresa, si a eso añadimos el análisis del entorno y sus efectos tendremos el cuadro completo que todo gestor de empresas ha de manejar.
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