A la hora de trabajar en una empresa muchas veces nos vemos envueltos en una dinámica que no es la más favorable debido a los mecanismos heredados de la propia empresa que es muy complicado cambiar. Interrupciones, llamadas, reuniones, horarios extendidos, etc. Pero lo cierto es que al final la productividad en la empresa empieza por uno mismo.
Es importante abstraerse de aquello que no podemos cambiar, pelearse para modificar dinámicas que llevan implantadas años sólo nos va a generar frustración. Esto no implica que no demos nuestro punto de vista a nuestros responsables cuando se trate el tema, pero si ya hemos reclamado cambios y han tomado nota, pero persiste el problema, tenemos que pasar página y buscar la manera de ser productivos de la mejor forma.
Tareas importantes, urgentes y cómo gestionarlas
A partir de aquí es fundamental tener claro que tareas que tenemos encima de la mesa son importantes, cuáles urgentes y a partir de aquí trazar un plan de acción. Lo fundamental es tratar de solucionar todo aquello que sea urgente e importante en primer lugar. Mejor si ya sabemos al llegar a la oficina que es lo que vamos a hacer, ya que es más sencillo ponerse a trabajar directamente.
Detectar los pequeños hábitos que frenan nuestra productividad es clave para mejorarla
Después evitar pequeños hábitos que nos restan energía y concentración, empezando por el correo electrónico como la primera cosa que hacemos nada más llegar. Si ha surgido algo nuevo urgente seguramente nos llamarán por teléfono, si la vía de comunicación es el correo, no importa tanto.
Si tenemos interrupciones de forma frecuente es importante intentar dividir las tareas importantes en microtareas, de manera que nos permitan avanzar, ir conquistando los hitos que al final nos van a permitir lograr finalizar a tiempo nuestro trabajo. De esta forma trabajamos concentrados en estas microtareas y si nos interrumpen sabemos donde estábamos al regresar.
Si no nos organizamos pasa el tiempo y esta tarea tenemos la sensación de que es como un bumerán que nos vuelve constantemente, donde tenemos que volver a empezar por el principio porque no somos capaces de recordar dónde nos habíamos quedado.
La capacidad de concentración es fundamental para lograr que tras una interrupción se pueda volver a retomar el hilo de la tarea de forma rápida. Esto requiere un esfuerzo importante, de manera que a medida que avanza la jornada nos costará un poquito más dado que estamos más cansados. Además tenemos que poner coto a las interrupciones que dependen de nosotros, como las del smartphone.
Al final la productividad es una cuestión de hábitos, que necesitamos que se vayan entrenando y perfeccionando. Pero lo cierto es que tenemos la oportunidad de mejorarla y rebajar en muchos casos el nivel de estrés que nos puede generar tener tareas pendientes encima de la mesa sin saber cuándo vamos a poder afrontarlas.
Se trata de hacer de nuestra mesa, de nuestro espacio de trabajo una pequeña isla donde la organización depende exclusivamente de nosotros. Pulir hábitos y factores personales para lograr que en lo que depende de nosotros mejoremos la productividad. Si además logramos que algunas de nuestras sugerencias de cambio sobre los hábitos en la empresa sean escuchados, mejor todavía.
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