La vida es riesgo: si nunca has fallado, nunca has vivido

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El vídeo que acompaña este post es un vídeo de los que merece la pena leer buceando por las biografías de las personas que cita. Los Beatles, Edisón, Michael Jordan, Walt Disney o Abraham Lincoln como casos de éxito que fueron rechazados en un principio, desanimados y deshauciados por su medio natural, tanto académico como social o empresarial dependiendo de cada caso.

El emprendedor tiene que saber beber de los vientos del rechazo, de la burla y de la mofa frente ideas que a la mayoría le pueden parecer descabelladas, imposibles o soberanas tonterías. Este camino, el camino de la idea brillante y rompedora, de la ruptura con los sistemas actuales para innovar abiertamente en el camino de la empresa es un camino lleno de sinsabores por todos los frentes. Desde el típico inversor que buscamos para que nos otorgue la financiación necesaria y se ríe de nuestro proyecto porque no le ve futuro, a los pensamientos de todos aquellos que nos rodean. En la mayoría de los casos, detectaremos que nos toman por locos, por ilusos que no tenemos los pies en el suelo y nos encontramos extasiados por un proyecto que sólo nos convence a nosotros mismos.

No todos los proyectos triunfan y no todos aportan la chispa necesaria para convencer al mercado pero si el propio emprendedor no cree en él mismo y no camina por las dificultades del fracaso en sucesivas ocasiones, nunca aprenderá de verdad a detectar cual el el proyecto e idea que si va a triunfar en el futuro. Difícil tesitura a la que hay que estar muy preparado pero la vida de la empresa es riesgo y si nunca has fallado, es que nunca has vivido la empresa desde su propia esencia.

En Pymes y Autónomos | La fuerza de la motivación, Shackleton: el desafio como motivación Vídeo | Youtube

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Comentarios cerrados
    • Totalmente de acuerdo con el post. Añadiría, por experiencia propia, que no sólo hay que luchar contra los "si,...pero" de los demás sino contra los internos de uno mismo también. Después de 20 años volando libre, mi "si,...pero" propio ha pasado a ser un leal asesor al que siempre escucho antes de tomar una decisión. Me advierte de posibles peligros y cosas que debo tener en cuenta, pero nunca debe ser una fuerza paralizante que me impida avanzar. La línea que separa la iniciativa realista de la imprudencia temeraria es a veces milimétricamente fina y sólo se aprende a verla confiando ciegamente en una intuición a veces perfilada con años de dificultades, pruebas y errores y mucha experiencia. A mí me ha merecido la pena cada minuto. Quizás sea cuestión de personalidad que a uno le guste vivir así.

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