Las empresas que no querían crecer, de Peter Pan a Oscar Matzerath

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HOY SE HABLA DE

Una de las primeras lecciones que nos enseñaban en Economía es que si no creces, decreces, lo que de alguno modo venía a ser la coartada perfecta para apostar por el desarrollismo, la sociedad de consumo y la creación de un soporte financiero adecuado para todo ello. Citius, altius, fortius, o hasta el infintio y más allá. Pero frente a esa tónica general, en nuestro sector productivo hay una realidad palpable: las empresas que no quieren crecer. Y son muchas.

Para los que sean ajenos al mundo empresarial esta idea les puede parecer extraña. En principio no tiene nada que ver con aquellos que apuestan por el decrecimiento como forma de superar la actual crisis. Y digo en principio ya que no estoy seguro del todo, pues creo que aunque lejanos tienen principios que pueden ser comunes y que alimentan apuestas similares, en planos distintos. pero, ¿por que una empresa no quiere crecer?

El síndrome de Peter Pan

Por un lado crecer es duro, muy duro. A más crecimiento, más necesidades financieras como regla general. Hay un mayor capital circulante que hay que financiar, unos mayores necesidades de inversiones productivas. Esto conlleva la necesidad de abrir la empresa a socios y bancos, más riesgo, menos control, etc. Y muchos propietarios, muchos profesionales, no están dispuestos a asumir estas contrapartidas, prefieren un entorno más manejable, algo que ellos entienden más seguro (aunque no sea necesariamente cierto.

De algún modo, diría que estas empresas tienen el síndrome de Peter Pan. Se niegan a crecer debido a que no les gusta ese mundo adulto, se sienten mucho más seguros en la zona de confort. Insisto en que muchas veces permanecer en ella es lo más arriesgado, hoy por hoy no arriesgar puede ser letal, pero despues de todo es una decisión de gestión si se toma consciente, y puede dar sus buenos frutos. Ser conscientes de lo que somos, de lo que podemos y de lo que queremos ser y apostar por ello es una opción.

El síndrome del tambor de hojalata (I)

El reverso un tanto tenebroso del sindrome de Peter Pan es el sindrome de Oscar Matzerath, o síndrome del tambor de hojalata. Os recomiendo vivamente la lectura de esta obra de Grass, y en menor medida la visión de la película sobre ella. Viene a ser, en cierto modo una visión muy turbia de un trasunto de Peter Pan, de un niño que se niega a crecer, o que se engaña a si msmo en tal sentido, y que entra de hoz y coz en el mundo de los adultos en una época peculiar.

Creo que este aspecto oscuro del tambor de hojalata le viene como anillo al dedo a otra de las causas que limitan el crecimiento de las empresas, o mejor dicho el crecimiento declarado de las mismas. Os recomiendo la lectura de este artículo de Nada es gratis para entender de que estoy hablando, Facturando bajo el radar. En él, nos hablan de las UGGES, las Unidades de Gestión de Grandes Empresas de la Agencia Tributaria, una suerte de de hombres de Elliot Nes de la fiscalidad que se dedican a las empresas que facturan más de 6 millones de euros.

Estas empresas, que pagan el IVA con periodicidad mensual, cuyos pagos fraccionados de IRPF son algo mayores, sobre todo son más susceptibles de ser inspeccionadas fiscalmente. Y lo que descubren los analistas es que antes de los 6 millones de euros de facturación se concentran un gran número de empresas, mientras que en los pocos más de 6 el numero baja abruptamente.

...en qué medida estas empresas deciden realmente tener ventas por debajo de 6 millones (esto es, dejan pasar algunas ventas para ser más opacas fiscalmente) o si lo que ocurre es que recurren a trucos contables o a ocultar su facturación para permanecer bajo el radar.

El síndrome del tambor de hojalata (y II)

Los autores del estudio que cita NeG concluyen que se trata de manipulaciones contables. Y, desde mi evidencia empírica les doy la razón en buena medida.

Seamos sinceros. Un buen numero de empresas recurren a determinadas estrategias mercantiles, contables u operativas para contener su facturación, sus activos o su plantillas por debajo de determinadas cifras. Y es que si algunos buscan una mayor opacidad fiscal, otras no querrán ser auditadas, o no tener comité de empresa, o querrán tener algún tipo de tratamiento especial en razón de su dimensión en materia de subvenciones, o…

Algunas de estas prácticas son legales. Otras no. Y muchas, en mi opinión se mueven en una zona gris peligrosa, de absoluta inseguridad jurídica, y a la espera de que la Administración correspondiente les de más de un susto, etc…

En NeG critican este modelo de barreras fiscales y proponen machacar a los listillos que se quedan justo por debajo del límite. No comparto la segunda parte de su aseveración, pero si la primera, que sirve para denunciar un modelo fiscal, normativo, y laboral injusto y que lastra el crecimiento. ¿Por qué no revisamos toda esa normativa que lastra el desarrollo de una empresas, que desalienta la apuesta por crecer, por asumir riesgos, por invertir en el mañana?

¿Por qué no dejamos crecer a Oscar?, ¿por qué le obligamos a que finja ser lo que no es?

Más información | U. Berkeley
En Pymes y Autónomos | Los grupos de empresas

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Comentarios cerrados
    • Buen artículo IC. Yo, en estos momentos de la vida y en especial tras analizar todo esto de la crisis, etc estoy llegando a la convicción, cada vez más profunda de que lo grande está acabando con el sistema, y con la propia sociedad tal y como la hemos conocido en los últimos decenios.

      Creo que hay un mal sistémico en el sistema del que nos hemos dotado, y ese mal es no ser conscientes de que al deseo de enriquecerse hay que ponerle un límite. Vamos, que la avaricia rompe el saco y que podríamos vivir mejor todos si nos conformáramos con un nivel de riqueza aceptable y paráramos o os obligasen a parar ahí.

      Soy partidario de lo pequeño, no solo en la economía, sino tmabién en lo político. Hoy que se debate ferozmente entre nacionalismos tiendo a pensar que la mayor parte de las competencias políticas deberían recaer en organismos de gestión de no más de diez mil habitantes. Y que los estados o uniones de estados, como la Unión Europea sólo deberían tener las competencias de dotar de servicios generales al conjunto: hospitales, defensa,educación ,etc.

      Pero soy un ilúso, la realidad es que estamos en un mundo en que el grande se come, se merienda, se cena, se desayuna a la gran masa de pequeños, y después los vomita. Vivimos cada vez más en una sociedad dual, en que una élite se enriquece cada vez y vive en una burbuja de lujos, y la gran masa de "ciudadanos" estamos volviendo a la Edad Media.

      Que tengan cuidado algunos, no vaya a ser que también volvamos a la Revolución Francesa.

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