Leemos a diario infinidad de artículos y aportaciones sobre los responsables de las empresas, sus defectos y sus virtudes, sus retos. Pero, a veces, la mejor forma de encontrar ese ‘líder’ perfecto es pensando en la experiencia propia. En qué le pedirías tú a un jefe para que, realmente, cumpliera con lo que se espera de él.
Por eso, en este artículo recopilo cuatro de las grandes virtudes que siempre admiré en un jefe. Los cuatro valores que, a la postre, me parecen absolutamente indispensables:
Liderazgo. No se trata de esa palabra vacía de la que, en demasiadas ocasiones, tanto se abusa. Es esa cualidad tan difícil de conseguir, con la que gestionar los equipos con eficacia. Tener claro el objetivo y la forma de conseguirlo y dirigir los esfuerzos con determinación hacia ello. Sin prepotencia, con generosidad. Abierto a la colaboración y las aportaciones.
Motivación. No creo que haya algo peor que un jefe desmotivado, sin razones para luchar. Es, quizás, la sensación que más se contagia en el equipo de una empresa. Que la cabeza visible de un proyecto sea capaz de inocular energía, ganas y compromiso por sacarlo adelante hará que una parte fundamental del camino ya esté recorrido.
Capacidad resolutiva. Saber decidir cuando hay que hacerlo, sin posponerlo, ni poner excusas. Siendo consciente del riesgo de equivocarse, pero con la predisposición suficiente para rectificar cuando sea necesario.
Defensa del equipo. Porque, aunque durante mucho tiempo hayan dado razones suficientes para pensarlo, jefes y trabajadores no están en barcos distintos. O, al menos, no deberían estarlo. Por eso, siempre admiré esa ‘obsesión’ por defender a sus colaboradores, por estar siempre de su lado, aunque eso no siempre le reporte los mejores resultados.
Estos son esos cuatro valores que más he valorado (y valoro) en un jefe. Son, al menos para mí, los indispensables. Los que deberían estar siempre presentes. Y tú, ¿qué otros incluirías en esta pequeña lista?
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