Tras unos meses muy complicados muchas empresas están recuperando su actividad. Otras todavía están muy por debajo de lo que deberían en estas fechas. La preocupación es facturar y poder aguantar hasta el año que viene. Pero hay que tener una mirada larga para replantearse la digitalización en la empresa.
Si algo hemos aprendido de esta situación es que cuando no tenemos más remedio nos ponemos las pilas. Se acaban los problemas de resistencia al cambio de muchos empleados, el antes trabajábamos con papel y boli y no fallaba... pero también las dudas de muchos responsables a la hora de invertir. ¿Tenemos que esperar a otro confinamiento para empezar a tomar decisiones y mejorar nuestra forma de trabajar?
En muchas empresas hace falta mejorar el control de muchos procesos. Sobre todo relacionados con el flujo de información. Sabemos que tenemos ciertos fallos, pero hemos aprendido a convivir con ellos y nos resistimos a invertir o a pensar que podemos trabajar de forma mucho más eficiente.
Y sin embargo por estos problemas se nos va parte de nuestra facturación, se nos van clientes porque no se sienten escuchados ni atendidos correctamente por un mal flujo de la información. Se nos va mucho tiempo y horas de trabajo que en muchos casos suponen un porcentaje muy importante del presupuesto mensual de nuestra empresa.
La cuestión es que muchas empresas quieren, pero no saben realmente como mejorar. Es aquí donde la consultoría nos puede ayudar. Mejor acudir a un experto independiente que nos asesore, que haya trabajado con otras empresas similares a las nuestras, y nos recomiende quién nos puede implantar una solución de forma solvente.
Y después de ponerlo en marcha, ajustar los procesos para empezar a recuperar la inversión realizada mejorando productividad, reduciendo errores y aumentando la facturación gracias a las nuevas herramientas implantadas. De esta forma hemos ganado eficiencia, mejoramos nuestra imagen de cara al cliente y tenemos un rápido retorno de la inversión.