El correo electrónico lleva presente como una herramienta empresarial desde hace décadas. Supuso un avance muy grande respecto al sistema de comunicaciones postales precedentes. Pero precisamente su éxito y universalidad lleva siendo su principal hándicap, que lo ha hecho convertirse en un sistema de comunicación ineficiente y un gran ladrón de tiempo. Y ha tenido que llegar una pandemia para cambiar la forma de comunicarse de las empresas y que muchas digan adiós al correo.
Porque si en un momento ha demostrado el correo mayor ineficiencia ha sido precisamente cuando más comunicados debemos estar. No es un problema de la la propia herramienta sino del uso que se le da en la empresa. La utilizamos tanto, que la usamos mal, para tareas para las que hay otras opciones mejores.
La comunicación interna de la empresa
Es en el ámbito interno donde antes se ha dado el salto. La popularización de herramientas como Slack, pero también Teams, de Microsoft, han hecho que muchas organizaciones tengan una forma más rápida, eficiente y sencilla de estar comunicados entre ellos sin tener que mantener hilos interminables de correos.
Precisamente ha sido durante la pandemia cuando algunas las han puesto en marcha y otras han descubierto la potencia de estas herramientas para no tener que depender en exclusiva del correo. Y para muchos, la forma más sencilla de separar en sus teléfonos el ámbito personal y laboral. WhatsApp para mi vida privada, y lo que sea del trabajo por Teams o Slack.
Y el correo electrónico queda para las comunicaciones externas con otras empresas o clientes. Por lo menos de momento, porque falta aumentar la popularidad de estas herramientas para cambiar esto. También es una cuestión de protocolos. Con el correo, no importa si tu organización tiene su propio dominio, usa correo de Google o un Exchange de Microsoft. Hay un protocolo que permite la comunicación entre ellos.
El problema de comunicación con otras organizaciones.
Es con otras organizaciones y clientes donde empiezan a no dar respuesta satisfactoria estas herramientas. Porque a pesar de que Slack y Teams están empezando a abrir la posibilidad, y ya podemos buscar a otros usuarios que no sean de nuestra empresa para comunicarnos con ellos, no es universal el protocolo. Es decir, o somos de Teams y nos relacionamos con otras empresas que también tienen esta herramienta o somos de Slack y ocurre lo mismo.
Hay otras posibilidades, porque en muchos casos se pueden abrir sesiones o salas con invitaciones para clientes que se conecten sin ni siquiera estar registrados, con los que compartir una videoconferencia, archivos o nuestra pantalla de escritorio para mostrarles un catálogo, por ejemplo.
Falta un poco más para dejar que el correo sea más una herramienta secundaria, o al menos cada vez, menos importante. Porque si de la lucha de Slack y Teams solo quedara uno como claro ganador, como ocurre con WhatsApp en el móvil, la ecuación sería perfecta. ¿La pregunta es quién será y cuándo ocurrirá? Mi apuesta es que será en esta década en muy pocos años, menos de los que todos pensamos.