Quince años y ya es fundador de una startup. Con diecinueve, su empresa despega a la misma velocidad que su exposición en los medios de comunicación. Pau García-Milà cerró hace unos días la venta de su primera startup, eyeOS, a Telefónica. Y lo hace entre opiniones encontradas: alabanzas y críticas en dosis similares. Es el paradigma de cómo la 'sobreexposición' de un emprendedor puede convertirse en un boomerang.
Hay quien establece, como Carlos Otto en el blog TecnoExplora, el punto de inflexión en 2011, con la entrevista que le hizo el popular presentador televisivo, Andreu Buenafuente. Sin embargo, desde antes de ese momento se ha movido como pez en el agua entre focos, charlas y eventos. Tuvo siempre buenas dotes comunicativas y asumió un papel protagonista. Se erigió en el paradigma de los jóvenes emprendedores.
Su fama fue creciendo de manera exponencial. Sus palabras eran buscadas por muchos, pero no eran compartidas por una parte de los emprendedores. Mientras, él vivía en ese difícil equilibrio entre hablar y comunicar las teorías (y los logros) y hacer. Comenzó a despertar duras críticas que se contraponían a encendidos apoyos y aplausos de quien creía que sí era un digno representante de esa generación de jóvenes con espíritu emprendedor que tanto necesitamos.
En estas mismas líneas, hablábamos hace unos meses del surgimiento de emprendedores que han llegado a tener una marca (personal) mucho más reconocida que sus propios proyectos. Es decir, personas que asumen un papel protagonista delante de los focos con la sana intención de que eso pueda influir positivamente en su iniciativa. Que, a la larga, sea un resorte para hacerlo crecer. Y aquí, García-Milà es uno de los grandes iconos de esta tendencia.
Sin embargo, como decíamos, este puede ser un arma de doble filo. Un boomerang que acabe volviéndose en contra. La excesiva exposición mediática, tanto en televisión y prensa como en redes sociales o charlas, tiene grandes beneficios pero un inconveniente muy destacado: te pone, para bien o para mal, en el centro. Y eso, a veces, puede tener un coste muy alto.
A mí, personalmente, algunas de las críticas a García-Milà me parecen excesivas. Pero la realidad es que él decidió un día asumir ese riesgo. Y, pese al resultado, habrá quien piense que merece la pena asumirlo y comunicar, colocándose frente a los focos. Y otros que defiendan justo lo contrario. Quizás en el término medio esté, realmente, la virtud.
En Pymes y Autónomos | Emprendedores con más marca que sus propios proyectos Imagen | campuspartymexico