Lo reconozco, a pesar de ser una persona entregada a adaptarse a todos los cambios tecnológicos que se presentan, y con ello ser una persona por intentar substituir lo más rápidamente posible los procedimientos analógicos cuando los mismos se pueden efectuar de forma digital (calendarios online, documentos en línea, etc.), tengo mi talón de Aquiles al respecto: las guías, los libros de viaje en papel.
Y todo esto que por supuesto es un caso particular que me atañe única y exclusivamente a mi como persona, me sirve para visualizar hasta que punto en muchas ocasiones es difícil para las empresas lograr que un usuario deje de utilizar, de usar los productos y servicios “de toda la vida” y se adentre a probar las novedades en los mismos. Curiosa resistencia al cambio, cuando además somos conscientes que el cambio seguro nos aportará numerosas ventajas.
Regresando al tema de las guías de viaje en papel, en el formato tradicional que nos sirve de base para exponer un problema que podremos extrapolar a casi cualquier otro segmento o sector, donde hoy convivan dos sistemas, uno clásico y uno en auge. Bien sea por romanticismo, por costumbre o simplemente por no tener que aprender nuevos sistemas, a veces se nos hace cuesta arriba adaptarnos a las nuevas realidades.
Yo en mi caso, estoy comúnmente viajando, y reconozco la inutilidad de en la actualidad muchas guías en papel, y de las ventajas de llevar aplicaciones online o la información digitalizada. Puede que sea por romanticismo, pero sinceramente aún me cuesta y mucho no poner en cada viaje, en cada maleta, mi guía de la ciudad de destino.
¿Un ejercicio para superar esta dependencia a los roles adquiridos con un producto o servicio? Ir probando, familiarizándonos con los nuevos. Así, poco a poco nos iremos desprendiendo de las viejas costumbres. Yo, aún no consigo desprenderme de mis guías de viaje, pero ya no viajo, sin consultar online todas las condiciones metereológicas, información completaría a la que llevo en las guías, y muchos más datos que consigo en Internet, además de viajar permanentemente con navegadores GPS, y demás.
Todo ello me lleva a una única conclusión, si una empresa quiere dar a conocer e implantar sus productos o servicios, la mejor manera de vencer las resistencias al cambio, es hacer sentir seguros a los usuarios. Hacerles perder el miedo al cambio, y eso solo tiene dos nombres que ya he nombrado anteriormente: probar los productos o servicios, y familiarizarse con ellos.
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